Foto: revista El Gráfico ArgentinaCerca del final, cuando todavía las esperanzas permanecen latentes. A los 82 minutos, Silvio Piola las acribilló todas para Hungría, y decretó el 4-2 definitivo para que Italia consiguiera el título en Francia 1938. El último gol antes de 12 años de para en la Copa del Mundo.

 

Francia 1938 fue la última edición de la Copa del Mundo antes de la II Guerra Mundial, fatídico hecho que dejó huella en todo el orbe. Y, fue un italiano, Silvio Piola, quien consiguió el gol que perduró durante 12 años como el último de los mundiales.

No era cualquiera ese rubio alto y flaco. Nacido en Robbio el 29 de septiembre de 1913, 'Il Sense del Gol' (‘El Sentido del Gol’), como era conocido, es una de las mayores figuras de la historia del fútbol italiano. De no haber sido por la II Guerra Mundial, su marca anotadora con los azzurri habría crecido considerablemente. Jugó hasta 1954, y actualmente los estadios de la Novara y la Pro Vercelli llevan su nombre, luego de que falleciera hace 14 años. Tiene la dicha de ser el tercer goleador histórico de la selección de la bota, detrás de Giuseppe Meazza y Luigi Riva, con un envidiable promedio de 0.88 merced a sus 30 goles en 34 partidos con los italianos. Aparte, es el máximo goleador de la historia de la Serie A, con 274 anotaciones, 143 de ellas logradas con camiseta de la Lazio, a la cual llegó a instancias del fascismo imperante en la época. Aquel cuyas amenazantes demandas de triunfo Piola aplacó con su gol decisivo a Hungría.

Minuto 82

Piola inició su periplo goleador al marcar el tanto que eliminó, en suplementario, a Noruega en octavos de final. Luego marcó dos de los tres goles transalpinos que doblegaron a Francia en cuartos. Y, en la final ante los húngaros, marcó el segundo y el cuarto para la selección campeona, que conseguió así su segunda Copa en dos torneos jugados. Aquella selección de Vittorio Pozxo que también había eliminado a Brasil en semifinales, la cual se mostraba como un cuadro distante de la actual esencia del fútbol italiano: jugando más con la mente en el arco del frente, apelando al contragolpe, sentando las bases de la futura "WM" de los años cincuenta.

La final de 1938 no tuvo tanta emoción como la de 1934, cuando Italia derrotó en tiempo extra a Checoslovaquia. Pero fue mucho mejor jugada. Dos goles de Colaussi y uno de Piola ponían arriba a Italia 3-2 sobre los movedizos húngaros a ocho minutos del final. En eso, funcionó el contragolpe de Pozzo: Piola cedió a Biavati, este desbordó por derecha y le devolvió la cortesía con un centro raso hacia atrás; el "pase de la muerte", que le dicen. De potente derechazo y en el filo del área, el goleador sepultó al portero húngaro Szsábo y selló el definitivo 4-2. Aquel 19 de junio de 1938 en el estadio George Capdeville, ante 45 mil espectadores, será recordado como la tarde consagratoria del gran goleador azzurro.

Al final, Piola marcó cinco goles en ese Mundial, tres menos que el brasileño Leonidas, pero igual fue el gran destacado. Habiendo quedado solo Ferrari y Meazza de la base campeona de 1934, Piola opacó incluso a este último y se convirtió en el nuevo referente, abanderado de una generación ganadora. En el símbolo mimado por el Fascismo y uno de los pocos que hizo sonreír al Duce Mussolini. Pocos pensaban en los nubarrones de la Guerra: Piola apareció y se hizo notar pese a la clandestinidad de su apellido.

Foto: revista El Gráfico Argentina

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