Composición fotográfica: Aldo Ramírez / DeChalaca.comLa frialdad con que la afición moscovita había recibido la Copa del Mundo 2018 se calentó desde el saque. Rusia arrolló a Arabia Saudita con un 5-0 que desnudó la endeblez defensiva del equipo de Pizzi y palió la pérdida por lesión de Dzagoev con dos goles de su reemplazante Cheryshev, el mejor talento que le queda al cuadro local.

    Roberto Castro | @rcastrolizarbe
    Director General

Enviado especial a Moscú

Arriba Perú, Cielito lindo, O Brasil já chegou. No es un repaso aleatorio de cánticos que pueden escucharse en la Plaza Roja u otros lugares de esta inmensa y ordenada ciudad. Ni siquiera de los alrededores del inmenso Luzhniki, ese coloso construido a orillas del río Moscova como una de las primeras medidas de la postestalinista administración de Nikita Jruschov y que este 14 de junio de 2018, más de seis décadas después, vivió su pico de globalización al recibir buenas gentes de todas partes, porque este Mundial tiene toda la aceptación de la que carecieron aquellos boicoteados Juegos Olímpicos de 1980 desarrollados en la misma sede.

No: los cánticos mencionados precedieron en las mismas tribunas del Luzhniki a tres de los cinco goles rusos anotados en la inauguración de esta Copa del Mundo 2018. Los peruanos se habían hecho sentir por encima de cualesquiera locales en el comienzo mismo, y su cornetita "tu-tu-turururú-Perú" solo pudo ser acallada por el cabezazo de arriba hacia abajo, como dicta la teoría, de Alan Gazinsky para en apenas 12' comenzar a escribir en alfabeto cirílico la historia del vigesimoprimer Mundial. Al salto del volante central lo había precedido un magnífico centro desde la izquierda de Aleksandr Golovin gestado a partir de las acciones de Yuri Zhirkov, pieza clave en el andamiaje del 4-2-3-1 propuesto por el DT local Stanislav Cherchesov, quien había trabajado en partidos previos con tres hombres al fondo y más bien optó por retroceder a uno de sus futbolistas más polifuncionales -una especie de Bouedewijn Zenden de estos tiempos- a salir desde atrás.

Así, por allí, por la banda izquierda, Rusia pudo comenzar a construir la mayor goleada en una inauguración mundialista registrada en más de seis décadas, exactamente desde aquel 1954 en que se decidió construir el Luzhniki. No fue fácil, porque los problemas en la relación del equipo de Cherchesov con su gente no solo pasan por los erráticos resultados que hilaban siete partidos sin victorias antes de este contundente 5-0; también tenían que ver con la ausencia de figuras, caso magno de Aleksandr Kokorin, el nombre propio ruso que más equivale a talento por estos tiempos y al que una grave lesión en la rodilla marginó de la competición. Muy temprano, la maldición pareció extenderse: Alan Dzagoev, el heredero de la posición de Kokorin, también se fue en camilla por un golpe en la parte posterior del muslo derecho.

Yuri Gazinsky celebra el primer gol de la Copa del Mundo 2018. (Foto: FIFA) 

Bajo esas inhóspitas condiciones, los rusos no estaban para cantitos como los que sí habían empezado a ensayar en el Luzhniki los omnipresentes aficionados mexicanos a ritmo de rancheras. Pero al mejor estilo de Aida Garfullina, la soprano que compartió escenario con el irreverente Robbie Williams en el show inaugural, había alguien dispuesto a obsequiar la cuota de talento faltante en el local y suplir la ausencia de los lesionados. Denis Cheryshev, otro habilidoso al que Cherchesov acaso reservó en el banco a fin de tener un plan B si algo no salía bien, saltó al terreno de juego apenas Dzagoev quedó fuera de combate y se puso, más que el overol, el traje de gala para las fotos con filtro. Al borde del final del primer tiempo, el grito ruso de gol (tsel') copó el cielito y este se puso lindo para el anfitrión.

A todo eso, la Arabia Saudita de Juan Antonio Pizzi respondía con un intento por ordenarse en materia de control de balón en mediocampo. Pero el principal problema de 'Los Hijos del Desierto', como quedó claro en el partido contra Perú en St. Gallen de hace once días, es más bien de marca y capacidad de defender sólidamente. En el segundo gol ruso, Cheryshev se llevó puesta a la dupla central formada por los dos Hawsawi (Osama, el capitán, y Omar), y esa imagen del '6' ruso amagando con los zagueros saudíes tirados en el suelo bien puede resumir el cotejo.

De hecho, Cheryshev llegó al cuarto gol, el segundo de su cuenta, en momentos en que en las tribunas eran los brasileños -anunciando su llegada y la de Neymar al Mundial- quienes hacían oír más sus gargantas. Fue el tanto que hizo rabiar más de júbilo al Luzhniki, casi tanto -aunque nunca tanto- como el momento en que el presidente Vladimir Putin se dirigió al mundo durante la ceremonia inaugural y dejó claro que la votación de 76.6% que recibió en las elecciones de marzo pasado no es un cuento de Afanásiev o algo parecido.

Fedor Smolov no tuvo un buen partido, pero Yasser Al-Shahrani tampoco destacó en Arabia. (Foto: FIFA) 

Para ese momento, Arabia Saudita ya jugaba con dos hombres en punta. Se había animado -por fin- Pizzi a buscar algo tácticamente distinto con el ingreso de Fahad Al-Muwallad, pero más bien había sido en el arco opuesto donde otro cambio le había reportado buenos resultados al técnico. Cherchesov se la jugó por Artem Dzyuba como nuevo eje de ataque en vez del peleador Fyodor Smolov, y el grandote '22' del Zenit le pagó con un nuevo cabezazo contra el piso. Si el que luego hizo Cheryshev fue el tanto más gritado por el estadio, aquel de Dzyuba fue el más celebrado por los futbolistas en la cancha, por la inmediatez de la respuesta del autor; y sin duda el que cerró el vale, el tiro libre genialmente ejecutado por Golovin que dejó estático a Al-Muaiouf, fue el más bonito de todos.

Más que cinco razones para creer que Rusia puede convertirse de anfitrión poco empático en candidato a algo en su propio Mundial, este 5-0 demuestra que el equipo de Cherchesov i) tiene más recursos que los que sugería y ii) puede conectarse mejor con una afición que necesitaba un estímulo inicial así para creer más no solo en su oncena, sino en todo el torneo. Y por supuesto, deja claro que a Arabia Saudita le queda demasiado trabajo táctico por desarrollar para evitar ser el equipo que ocupe el farolillo rojo de una Copa del Mundo que, esto sí en teoría pura, lo tiene invitado al lugar 32. Cuánto pueda hacer al respecto un entrenador como Pizzi con poco tiempo al frente del grupo y además poco afín a los movimientos severos de pizarrón es una incógnita para la que pueden ensayarse respuestas en árabe, en ruso y tantos idiomas como partidos acaso más reveladores le quedan a un Mundial que, por lo menos, empezó con mejor espectáculo que el que voces agoreras de los cinco continentes presumían.

After Party

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El Resumen

 

Los Goles

Fotos: FIFA


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La ficha del Rusia 5 - Arabia Saudita 0

 

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