Foto: timesonline.co.ukLa más grande sorpresa de la historia de los Mundiales se produjo en en un minuto 38. Joe Gaetjens, un joven lavaplatos haitiano residente en Brooklyn, les tapó la boca a los inventores del fútbol y anotó el gol de la onírica victoria de Estados Unidos sobre Inglaterra en 1950.

 

Con ribetes de hazaña y un buen baño de humildad es como se conoce uno de los goles más comentados de la historia de los mundiales. Una historia imposible de esas que al mundo fútbol le gusta oír; de esas donde David derrota a Goliat o donde, mejor aun, el pupilo le enseña al maestro.

En 1950 se reanudaban las Copas del Mundo después de los sucesos de la II Guerra Mundial e Inglaterra, la inventora del fútbol moderno y recién afiliada a la FIFA, quería mostrarse como la fuerza superior que era. Con jugadores como Sir Stanley Mathews, Wilf Mannion, Tom Finney, Alf Ramsey o Stan Mortensen, no aspiraba a menos que ser campeona mundial. Al frente se encontraba con el hijo menor, los Estados Unidos, una nación que hablaba el mismo idioma pero que no dominaba el mismo lenguaje futbolístico. Y que para la justa mundialista había reforzado su equipo, formado principalmente por entusiastas jóvenes de St. Louis y Philadelphia, con tres inmigrandes que participaban en la American Soccer League de la Costa Este.

Uno de estos refuerzos, Joe Gaetjens, era de origen haitiano y jugaba para el Brookhattan mientras trabajaba como lavaplatos en el Rudy's Cafe de Brooklyn, en New York. Pero no se crea que era un inmigrante cualquiera: pertenecía a la elite de su país y trabajaba allí mientras estudiaba en la Universidad de Columbia, a la que había sido enviado por su familia. Quién pensaría que un personaje así sería el gran protagonista de una hazaña sin precedentes.

Minuto 38

En el inicio, los ingleses sin mucho esfuerzo habían vencido por 2-0 a Chile, mientras que los norteamericanos habían caído ante otra potencia europea, España, por 3-1. Las apuestas hablaban por sí solas: 500 a 1 para los británicos. Por eso, para el encuentro, el entrenador inglés Walter Winterbottom guardó a su máxima estrella Stanley Mathews de modo que estuviera en forma para el decisivo partido contra España. En tienda norteamericana, las expectativas se cifraban en no perder por más de dos goles.

Aquel 29 de junio de 1950, la historia se inició como se preveía. Los ingleses metieron contra las cuerdas a sus rivales y se creía que el gol sería cuestión de tiempo. Sin embargo algo fuera de lo previsto hizo irrupción: a los 38', el arquero inglés Bert Williams salió a recoger un centro enviado desde el mediocampo por Walter Bahr a la salida de un lateral. Grande fue la sorpresa cuando pegando una carrera de 12 a 14 pasos, Joe Gaetjens apareció como una centella, se lanzó de palomita y logró desviar el balón, lo suficiente como para enmudecer al mundo entero y hacer gritar a los 30,000 espectadores congregados en el estadio Independencia de Belo Horizonte. Era el 1-0 que le daba la victoria a los Estados Unidos sobre Inglaterra, victoria que los norteamericanos supieron conservar hasta el final.

La empresa era imposible de creer. En Inglaterra, algún diario entendió que los cables llegados de Brasil tuvieron errores de impresión y reportaron un triunfo británico por 10-1. El mismo The New York Times se negó a publicar el marcador del encuentro en un inicio, incrédulo de un suceso inverosímil. Lo concreto es que la historia sentenció al cuadro inglés: más tarde, en depresión ante el fracaso, cayó ante España con el famoso gol de Zarra ya comentado en esta sección, y volvió a casa terriblemente mancillado en su honor. Mientras que Estados Unidos volvió a casa en silencio, ante la indiferencia de un país que jamás entendió plenamente el soccer, y en el que Gaetjens no se quedó mucho tiempo más.

Ocurrió que tras el Mundial, el héroe de Belo Horizonte, apuntalado por esa fama, fue contratado nada menos que por el Racing de París. Dejó así sus estudios en Columbia para marcharse a la Ligue.1, en la cual jugó pocos partidos, para luego recalar en el Alés de Tercera División. Tras su periplo europeo, volvió a Haití para trabajar como traductor y a la vez -ya que jamás se había nacionalizado estadounidense- jugar por la selección de su país; con ella, incluso, llegó a enfrentar a Estados Unidos en un amistoso. Años más tarde, cuando el régimen del terrible François 'Papa Doc' Duvalier se entronizó en el poder, la familia de Gaetjens, tenaz opositora del régimen de facto, fue perseguida y el goleador, pese a no estar inmiscuido en temas políticos, presumiblemente ejecutado como parte de los miles de presos políticos muertos por las fuerzas del dictador. Trágico final para un hombre que en Estados Unidos es recordado como un héroe, y al que se atribuye la más grande sorpresa de la historia de los Mundiales.

Foto: timesonline.co.uk

Comentarios ( 0)add
Escribir comentario
quote
bold
italicize
underline
strike
url
image
quote
quote

busy