Minuto 11: Giuseppe el vivo
Llamado "la batalla de Florencia", el partido entre italianos y españoles en 1934 se decidió con un discutido gol de 'El Exquisito' Giuseppe Meazza, tanto que puso fin al no menos polémico partido iniciado un 31 de mayo y finalizado al dia siguiente.
Érase el primer Mundial europeo, contrastante con el de 1930, en el cual muchos equipos del Viejo Continente se rehusaron a participar; era el Mundial italiano y de Benito Mussolini, el cual -como propaganda fascista- fue organizado para ganarse en casa. En medio de ese clima enrarecido, se jugó la Copa del Mundo de 1934, Mundial que permitía la participación por primera vez a dos potencias como España e Italia. La primera ofrecía calidad a raudales desde el arco, con la figura del 'Divino' Ricardo Zamora, quien era acompañado, entre otros, por Gorostiza, Lángara, Quincoces y Regueiro. Al frente, en cuartos de final, se encontraba el anfitrión, con Combi, Monzeglio, Guaita, Schiavio, los oriundi Monti y Orsi y, por supuesto, Giuseppe Meazza en los azzurri.
El partido entre ambos, para mala fortuna de los únicos perdedores (los espectadores), se desenvolvió en un concierto de patadas, puñetes, cabezazos y toda otras clases de golpes con cualquier parte del cuerpo, sobre todo por parte de los italianos, quienes se dice, estaban incluso amenazados de muerte por el 'Duce' Mussolini si no ganaban y campeonaban. Asi, defendiendo tal vez más la vida que un resultado, aquel 31 de mayo de 1934, en Florencia, ambos equipos empataron 1-1 gracias a un polémico gol de Ferrari a los 44’ para Italia, luego de que Regueriro hubiera abierto el marcador a los 30’. Se jugaron 120 intensos minutos y, como no existían los penales, el único camino para resolver el entuerto era un partido extra. ¿Cuándo? En esas épocas no había tiempo que perder: al día siguiente.
Minuto 11
Pero claro, para los organizadores había motivos para no esperar. La pierna fuerte y la parsimonia del árbitro belga Louis Baert dejaron como saldo once lesionados en el primer cotejo, siete de los cuales eran españoles, lo que daba una obvia ventaja a Italia al jugarse tan rápido el partido extra. De hecho, el réferi Baert fue expulsado de la FIFA después de ese partido por su permisividad. Se lo reemplazó por el suizo René Mercet, y el partido para el 1 de junio se programó en el mismo estadio y probablemente ante el mismo público.
Así, con alineaciones diferentes por las lesiones, comenzó el segundo round de este partido. Como quiera verse, para el desnivel tuvieron que transcurrir 11’ ó 131’ de brega, pero lo cierto es que nuevamente hubo polémica. Un córner enviado al centro del área española fue bien aprovechado por Meazza, quien a la vez también aprovechó la carga ilicita de Atilio Demaría al portero Nogués (reemplazante de Zamora, quien tenía dos costillas rotas fruto del partido anterior) para, con un cabezazo de arriba hacia abajo, poner el 1-0 que no se movería hasta el final.
El polémico gol, validado por el juez Mercet -quien dirigía con pantalones largos, como se aprecia en la foto del tanto, que encabeza este artículo-, fue el colmo del favoritismo local, ya que minutos antes habían sido anulados dos goles aparentemente legítimos de los españoles. Al final del encuentro la ironía se hizo presente: los españoles hicieron un remedo de desfile "a lo fascista" en gesto de disconformidad por el dudoso arbitraje.
Para Meazza, igual, la victoria fue el camino para obtener su primer título mundial de los azzurri y su consagración como ídolo eterno del Inter de Milán y de su selección con la cual jugó 53 partidos y anotó 33 goles. Por ello, en 1980 el estadio de San Siro fue rebautizado con su nombre. Porque los grandes están, incluso, por encima de las artimañas que los favorecen.
Fotos: revista Goles, globonet.it
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