Foto: APDespués del mítico 'Maracanazo', el Mundial regresó al 'Viejo Continente' en 1954. Suiza fue la sede y vio cómo, en las postrimerías de la gran final, Ferenc Puskas pudo forzar el alargue ante Alemania Federal y, quien sabe, darle otro rótulo en la historia a la selección húngara.

 

Participaban los dos bicampeones (Uruguay e Italia) y un Brasil con sed de títulos, pero los ojos del mundo estaban sobre un equipo de Europa del este que dos años atrás había conseguido el oro olímpico en Finlandia; la Hungría de Ferenc Puskás, el comandante.

Sin preocuparse más de la cuenta terminó la etapa de grupos como puntero y con 17 goles a favor, ganándole 8-3 a Alemania Federal. En cuartos eliminó a Brasil y en un inolvidable partido de semifinales que se tuvo que definir en tiempo extra, le ganó a la campeona del mundo, Uruguay, por 4-2.

Hungría implementaba un juego dinámico, vistoso y ofensivo, en el que sin romper el esquema o idea de juego, los jugadores se volvían polifuncionales. Para muchos, fueron los cimientos de lo que sería la ‘Naranja Mecánica’ de los setenta y el Barza de inicios de los noventa.

 


 

La final colocó a dos viejos conocidos que se habían enfrentado en la fase de grupos: Hungría y Alemania Federal. Sin embargo, esta vez las cosas no serían tan fáciles para los 'Magiares Mágicos’. Antes de los 20' empataban 2-2 y, a pesar de los intentos del goleador del campeonato con once goles, Sandor Kocsis, los teutones defendían el resultado y contraatacaban con mucho peligro.

A 6 minutos del final, el alemán Rahn agarró un rebote, amagó hacía adentro y con pierna izquierda sacó un remate esquinado y a ras del suelo que el arquero no pudo contener. Sorpresa en Berna y en todas las casas de apuestas futboleras. Perdía la favorita de todos. No obstante, en el epílogo del partido, Puskás recibió un centro profundo y, antes de caerse al suelo, logró en un esfuerzo desesperado patear la pelota con pierna izquierda y anotar el empate. Todo regresaba a la normalidad y los pronósticos volvían a foja cero; sin embargo, el árbitro inglés Willy Ling anuló el gol por fuera de juego. Los teutones, con el 3-2 final, ganaron el primero de sus tres títulos mundiales y cerraron el capítulo más glorioso para el fútbol húngaro, que se quedó a un tris de forzar el alargue y, quien sabe, de darle un rol estelar en la historia de los mundiales a Puskás, su máximo exponente.

Foto: AP

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