Foto: EFEEl Mundial de Sudáfrica 2010 fue el primero y único dirigido por Diego Armando Maradona. La aceptable campaña albiceleste se derrumbó cuando chocó en cuartos de final con una Alemania arrolladora que le clavó cuatro goles a Sergio Romero. El que abrió la cuenta fue Thomas Muller con un cabezazo que graficó el partido.

 

“No nos comamos el chamullo de Alemania” dijo Diego Armando Maradona un día antes del partido en Ciudad del Cabo entre argentinos y germanos. En el lenguaje del Río de la Plata, chamullo significa algo así como una mentira, una habladuría sin contenido. Lo cierto es que, en ese momento, todos hablaban de Alemania como uno de los principales candidatos a levantar la Copa. Su juvenil y emocionante equipo arribó a cuartos de final tras endosarle un histórico 4-1 a Inglaterra y venía desplegando el juego más electrizante del Mundial. Sami Khedira, Mesut Ozil y Thomas Muller eran los nombres que le daban un aire fresco y dinámico al cuadro de Joachim Low. Para Maradona, sin embargo, no había que preocuparse mucho por los germanos. Al haberlos vencido como jugador, pensó que podía hacer lo mismo como técnico.

 


 

Al momento que Diego soltaba la frase, de la que luego seguro se arrepentería, ya había decidido alinear a Nicolás Otamendi como marcador derecho en reemplazo de un inoperante Jonás Gutiérrez. Confiaba en que el joven defensa fuera capaz de cerrar su zona a las incursiones de Lukas Podolski. El problema fue Muller. Apenas iniciado el cotejo, los teutones demostraron su superioridad y arrinconaron a Argentina en su campo. Una falta por la derecha del propio Otamendi le dejó servido un tiro libre peligroso a Bastian Schwensteiger. El ‘15’ argentino se paró junto a Muller pensando en su error y prometiéndose a sí mismo solucionarlo lo antes posible. Mientras pensaba en cómo asegurar mejor su marca, Schwensteiger sacó el centro y Muller se le escapó.

Sergio Romero no había tenido muchos problemas en el Mundial hasta el momento. Apenas Corea del Sur y México le habían marcado y ninguno había representado una verdadera amenaza a la victoria de su selección. Cuando ‘Schweni’ sacó el centro, Romero se arrodilló y esperó, con las manos, un balón que nunca llegaría. La pelota cayó cerca del punto del penal y encontró la cabeza de Muller que había dejado un metro atrás a Otamendi. Su roce alcanzó para desviar la pelota lo suficiente para que rebotara en el cuerpo de Romero y se introdujera en el arco. Estaba hecho, tempranito Alemania encontraba la ventaja. Maradona se lamentaba en el banco. Comenzaba su pesadilla que se lo golpearía, como él mismo dijo, “como una trompada de Mike Tyson”.

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Foto: EFE

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