Foto: solofutbol.clEn Francia 1938, el suizo Ernst Lörtscher anotó en su propio arco, a favor de Alemania, el que por mucho tiempo se creyó había sido el primer autogol de la historia de los mundiales. La FIFA, sin embargo, lo libró indirectamente de tal deshonor.

 

Antes del inicio de la Copa del Mundo 1938, Suiza no era ni por asomo favorita ante su rival en primera ronda: Alemania, que potenciada a partir de la anexión de Austria con los magníficos jugadores del Wunderteam asomaba como un gigante poderoso imposible de batir. No obstante, contaba con un jugador de importante presente: su zaguero Ernst Lörtscher, de las filas del Servette y quien solo unos días antes del torneo había sido factor fundamental para anular a Sir Stanley Matthews en la victoria 2-1 en Zürich de Suiza sobre Inglaterra, el equipo inventor del fútbol y que por entonces estaba fuera de la FIFA.

Por eso, Lörtscher, quien jugaba por izquierda, era el bastión esperado para que Suiza sostuviera chances ante Alemania, contra la que empató 1-1 en el primer partido del certamen en Francia el 4 de junio. Cinco días después se programó el desempate, también en el Parque de los Príncipes de París, y el principio fue sumamente difícil: Wilhelm Hahnemann puso el primero teutón apenas a los 8', tras una desinteligencia de la zaga suiza que culminó con una pelotera y un centro desde la derecha del ataque alemán -el ala que cubría Lörtscher, salido de su puesto y parado en la raya del gol- para el remate que puso a los helvéticos abajo.

 


 

Y luego llegaría el momento fatídico. Los relojes -también los suizos- marcaban el minuto 22 cuando el propio Hahnemann, suelto por izquierda, pisó el área y remató cruzado, arriba, hacia donde las arañas tejen su nido. El balón se estrelló en el vértice entre travesaño y palo izquierdo del meta Willy Huber, y rebotó caprichosa y directamente hacia el pie izquierdo de Lörtscher, quien se quedó enganchado. Casi sin caer, la pelota cayó en la punta del botín del zaguero y se consumó el autogol: ese infortunio que nadie había visto hasta ese momento en un Mundial.

Después, el error involuntario del zaguero del Servette quedaría parcialmente subsanado por los cuatro tantos al hilo que encajaron sus compañeros Walaschek, Bickel y Abbeglen -este último por partida doble- para sellar el volteretazo 4-2 que puso a Suiza en cuartos de final a costa de los encumbrados teutones. Sin embargo, la mancha de ser el autor del primer autogol en Copas del Mundo quedó en su registro hasta que la FIFA oficializó, décadas luego, que en Uruguay 1930 el mexicano Manuel Rosas no solo había sido el autor del primer gol de penal de los mundiales ante Argentina, sino también el autor, ante Chile, del primero de los 36 autogoles registrados hasta la actualidad en el mayor certamen futbolístico. Fallecido en 1994, Ernst Lörtscher quedó, entonces sí, libre de los estigmas de antihéroe.

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El otro minuto 22: el gol de Ali Thani Jumaa (Emiratos Árabes Unidos) a Yugoslavia en 1990

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