Composición fotográfica: Roberto Gando / DeChalaca.comDeChalaca da inicio a una saga de ensayos posmundialistas planteándose cómo Europa se convierte en el paradigma del fútbol actual, tras ganar tres títulos seguidos. ¿Qué hará Sudamérica para revertir este nuevo escenario?

 

Cuando Italia conquistó el Mundial 2006, Sudamérica se excusó diciendo que en continente europeo lo ganan los europeos; cuando España festejó en 2010, esa vez Sudamérica puso como pretexto que factores externos jugaron en contra. Ahora que Alemania conquistó Sudamérica, el cliché ese de "la copa que se juega en Sudamérica debe quedarse aquí" simplemente perdió su valor.

El valor europeo

Fabio Cannavaro, el capitán de Italia que levantó la Copa del Mundo ante la Francia de Zinedine Zidane en 2006 (Foto: AP)La introducción a la que se hace referencia tiene que ver con la debacle del fútbol sudamericano en la actualidad y el por qué está lejos de equiparar los logros que Europa viene consiguiendo en materia de selecciones y clubes. No solo es que el Viejo Continente ya superó a Sudamérica en copas mundiales (11 contra 9) sino que en las últimas siete ediciones del Mundial de Clubes solo un cuadro sudamericano (Corinthians) pudo romper la hegemonía europea, a la espera de lo que haga el nuevo monarca de la Libertadores ante -nada menos- el Real Madrid como representante de Europa.

Pues bien, ¿qué ha sucedido para que el fútbol sudamericano entre en declive hasta haber tocado fondo? Porque si el anfitrión Brasil fue humillado en su propio mundial, significa que algo se está haciendo mal.

La respuesta a esta interrogante tiene varias aristas, y la más determinante está fuera de las canchas; es decir, el tan mentado trabajo a largo plazo, situación que no es compartida -salvo Uruguay- por casi todas las selecciones sudamericanas. Demasiado importa el trabajo sostenido en menores y que los clubes de un país, que finalmente son los que nutren a una selección, mantengan un proyecto sólido a nivel organizativo.

Es cierto: uno diría que los clubes de Sudamérica están en desventaja porque el principal insumo se vende a Europa antes de ser formado y consolidado. Ellos económicamente están en la capacidad de hacerlo, pero eso es un factor estructural, algo inevitable dado el contexto socioeconómico en el que se desenvuelven los países de esta parte del mundo.

España necesitó de un gol de Andrés Iniesta para vencer a Holanda y alcanzar su primer título Mundial (Foto: AFP)De otro lado, en la Copa del Mundo cada veinte años se marca la pauta del fútbol mundial, y a excepción del Brasil europeizado que logró el mundial de 1994, todas las revoluciones provinieron de Europa, desde el equipo maravilla de Austria, pasando por los legados de Hungría y Holanda, hasta la americanización de Alemania que tuvo su máxima cúspide con el título de 2014.

No obstante, este logro que el cuadro teutón ha alcanzado no se limita a adaptar el juego sudamericano y moldearlo a su estilo europeo. Esta gran transformación tiene que ver mucho con el entrenamiento, la ciencia y el método. Un trabajo que requiere disciplina y convencimiento; en el que se prioriza el juego en equipo en todas sus líneas y en el que todos marcan y todos atacan. Así, los entrenadores se especializan, estudian y analizan más allá del juego. De hecho, mientras Sudamérica creyó que para superar a Europa bastaba con emular su juego y cometer el vejamen de olvidar sus raíces, en el Viejo Continente notaron que a su juego potente y dinámico debían añadirle esa dosis de precisión y juego elaborado que ha caracterizado por años a Sudamérica, de la cual Brasil y Argentina son el mayor estandarte que influyó en el planeta.

Alemania esperó 24 años para celebrar su tetracampeonato en suelo brasileño en una final ajustada ante Argentina (Foto: AFP)De otro lado, el rol dirigencial es un factor vinculante al desarrollo del fútbol de un país. Las decisiones tomadas por aquellos que toman las riendas de una federación de fútbol son las que contribuyen a su mejoramiento, y en Europa se complementa el conocimiento del fútbol con estudios asociados a la ciencia, la gestión empresarial y la tecnología. A eso, vale sumarle la transparencia en el accionar dirigencial para llevar a cabo las ejecuciones deportivas con criterio y libre de sesgos e intereses personales o políticos. Y por supuesto, la calendarización: en Europa le han sacado un siglo de ventaja a Sudamérica sabiendo fechas y horarios de todos los partidos de una temporada con antelación, mientras que acá siguen jugándose las instancias definitorias de la Libertadores y la Recopa a las mismas horas.

¿Qué le espera, entonces, al fútbol sudamericano?

Definitivamente toca entrar a una nueva etapa en la que el fútbol sudamericano deberá reinventarse, sin menosprecio de sus orígenes, para recuperar el éxito mundial que le es esquivo. No se trata de redescubrir la pólvora; simplemente es darse cuenta que Europa trazó el nuevo camino y hacia ello habría que apuntar. Y no solo en cuestión de fútbol, sino fuera de la cancha, donde Europa lleva años luz de ventaja, lo que implica hacer la heroica remontada para estar otra vez en el sitial que -dizque- corresponde.

Composición fotográfica: Roberto Gando / DeChalaca.com
Fotos: AP, AFP

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