Aunque sobre el papel asomaba como el amplio favorito, Rusia apenas pudo raspar un 1-1 frente a una entusiasta Corea del Sur, que con el gol de Lee soñaba con dar el batacazo, algo que fue evitado por el ingresado Kerzakhov.

 

Roles invertidos. Con ese rótulo se puede describir la mayor parte del trámite que ofrecieron Rusia y Corea del Sur en la Arena Pantanal de Cuiabá. Los de Capello, precedidos por sólidos números en la Eliminatoria de Europa -donde registraron 7 triunfos en 10 presentaciones-, llegaban a Brasil como una de las selecciones a tener muy en cuenta. Contrario a lo Corea del Sur, que llegaba a esta justa mundialista con una irregularidad marcada en la Eliminatoria de Asia, donde pese a clasificar dejó un enorme sinsabor al caer en la fecha final ante Irán en casa y eludir la repesca asiática con Jordania por diferencia de goles.

Así, en el análisis previo, los rusos ostentaban el favoritismo y casi todos sospechaban en que tendrían un debut sin mayores sobresaltos. Sin embargo, los de Myung-Bo dejaron atrás las fuertes críticas de las que habían sido presa y, pese al recambio generacional que vienen afrontando, demostraron que tienen con qué estar a la altura de lo que ofrecieron pasadas selecciones coreanas. De hecho, desde el principio dejaron en claro que no iban a especular o cederle algún tipo de iniciativa a su rival.
El error de Igor Akinfeev aumentó la presión sobre Rusia, que entonces reaccionó para empatarle a Corea del Sur (Foto: EFE)
El desdoble permanente de Yong y Yun, la capacidad de recuperación de Ki y el dinamismo de Son bastaban para complicar a una Rusia rígida, de poco juego asociativo y con limitaciones evidentes para la elaboración. Como prueba de ello es que las dos únicas llegadas que tuvieron en el periodo inicial fueron merced a la táctica fija. Distinto a lo que propuso Corea, que trataba de hacer rápido el traslado en espacios reducidos y que casi siempre finalizaba con un remate a la portería de Akinfeev.

Las emociones se reservaron para la última media hora. Sobre los 68', Lee, quien había entrado 14' antes, ensayó un violento remate que en complicidad con la floja respuesta de Akinfeev, significaba el 1-0 para Corea. Y tanto demoraron los de Myung-Bo en construir la diferencia que 6' después la mandaron al tacho: Kerzakhov, otro que ingresó en el complemento, aprovechó una pelotera en área coreana para de un zapatazo poner el 1-1 definitivo. Un empate que no estaba en el presupuesto ruso, pero que quizá hasta ni lo merecieron. Para los coreanos, en cambio, les da confianza para ir dejando atrás esa atmósfera pesimista que lo envolvía hasta hace algunos días.

Foto: EFE

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