Louis van Gaal y Jorge Luis Pinto protagonizaron en Salvador el que posiblemente haya sido el duelo táctico más rico e intenso del Mundial. Lo ganó el holandés con una magistral jugada fuera del libro de texto: el ingreso del portero Krul, que inclinó la balanza mental para que los penales le sonrieran a la 'Oranje'.

 

Salvador fue la ciudad del gol durante el Mundial, y esta tarde-noche de sábado se preparó para recibirlos. No los tuvo, pero a cambio le llegó un lote de emociones intensas, directo al tuétano, que hicieron del Holanda - Costa Rica el mejor partido de los cuartos de final de este sensacional Brasil 2014.

Curioso resultará, para la posteridad, que el partido que posiblemente registró la mayor cantidad de movidas tácticas en el certamen se haya definido por una más de maña, más callejera. De esas que supuestamente caracterizan a los latinos pero que, en esta oportunidad, correspondió a un golpe de muñeca extraído de uno de los canales de Amsterdam, de esos que guían los botes que los surcan. Un cambio que pasará a la historia como ese conejo de la galera que sale y rompe el curso del destino, y lo modifica de manera invariable.

¿Habría ganado Holanda sin el ingreso de Krul a atajar los penales en vez de Cilessen? Difícil saberlo pues aun cuando en penales pueda haber especialización, tanto en ejecución como en este caso en capacidad de atajarlos, hay parte de ellos que tiene que ver con la lotería o, si los puristas así lo prefieren, con el mérito (o demérito) del otro antes que solo el propio. Pero sí que influyó, y no solo porque el portero del Newcastle haya atajado los tiros de Ruiz y Umaña, sino por los efectos mentales sobre una partida que, más que de ajedrez, era de paleta de playa: un golpe propio por otro ajeno.
Robin van Persie vuela ante la intervención de Keylor Navas, una de las varias que tuvo el buen golero de Costa Rica (Foto: EFE)
Pinto había hecho su apuesta táctica peculiar: Joel Campbell, único punta tico a lo largo de todo el Mundial, tirado al extremo derecho, y Ruiz, el creativo del equipo, reconvertido en el falso '9'. Por un lado, sopesaba la labor de Bolaños, que corría por izquierda. Pero fundamentalmente, lo que lograba el DT colombiano con esa movida era tener a Blind, el carrilero izquierdo holandés y protagonista por antonomasia de las salidas tulipanes desde el fondo como arquetipo del traslado del balón de un campo a otro, ocupado y refundido en su lado. Lo tuvo a raya y por eso a Holanda le costó mucho, demasiado poder hacer algo con el balón que no fuera intentar pasárselo a Sneijder para que procediera a intentar el uno-dos con Van Persie, o con Robben, o con Depay y siempre topándose con alguno de ellos faltándoles metros para ganar la raya porque la zaga costarricense siempre estaba un paso más atrás.

Lo último ocurría porque Van Gaal también había hecho su apuesta táctica particular para este juego: colocar a Robben y Depay como extremos muy abiertos, a fin de lateralizar un partido en el que estaba clarísimo que Costa Rica mantendría a los dos laterales, Gamboa y Díaz, bien metidos atrás. Pero al tener delante a esos dos extremos holandeses, no solamente quedaban más limitados todavía de salir, sino que si querían buscar sacar la pelota del fondo, tendrían que intentarlo por el centro, y por allí podían caer en un enredo que fuera aprovechado por Sneijder o Wijnaldum.
Un momento que pasará a la historia de los mundiales: el ingreso de Tim Krul por Jasper Cillessen en Holanda para encargarse de los penales (Foto: AFP)
No ocurrió ni lo uno ni lo otro. Primero, porque Pinto, hacia el final del primer tiempo, corrió a Campbell de vuelta al centro y fue justo en ese momento que Holanda encontró mejor espacio para salir y generar, en 10 minutos y a partir de la libertad de Blind, las llegadas que no había tenido en los 35 iniciales. Y segundo, porque Van Gaal se demoró demasiado en darse cuenta de que el partido estaba más para Sneijder y su capacidad de remate largo que para los firuletes de Robben o las estiradas de Van Persie. Llegó a tal punto esa inercia -irónicamente dinámica, pues el partido era a la vez de mucho ida y vuelta y a la vez cerrado- que Pinto se dio el lujo de lanzar el mensaje implícito de que estaba muy cómodo con los penales al retirar temprano a Campbell del campo, quizá "guardándolo" para la semifinal.

Para ese momento, ya era figura Keylor Navas. Y creció desde entonces hasta volverse figurón y rendir al Fonte Nova a sus pies puesto que Holanda, entendido el teledirigido, se lanzó ahora sí a buscarlo desde todos los lados. Sneijder remeció el parante de tiro libre. Robben, ya en el suplementario, hizo lo propio con el vértice superior derecho. Pero en la mayoría, hasta las que se anulaban por offside, estaban las inmensas e invencibles manos de Navas, el golero del Levante que en este Mundial levantó su cotización de forma sideral.
El momento final del partido tuvo este golpe de puño de Tim Krul para desviar el remate de Michael Umaña en la tanda de penales (Foto: EFE)
Por eso, la batalla mental la tenía muy ganada Pinto. Muy pero muy ganada como para ir a penales habiéndole aguantado 120 minutos al favorito, que a pesar de haberlo intentado de todos los modos, no había podido meter la pelota en el arco de ese portero convertido en muralla. Y la reforzó aun más con esa infartante llegada final de Ureña, que condujo al inmenso Fonte Nova al delirio porque, si ya estaba viendo al protagonista de la sorpresa más grande de la historia de los mundiales, estuvo a un paso y un remate de asistir a la prolongación infinita, hacia las semifinales, de esa apoteosis.

Tan confiado estaba Costa Rica en Navas que el golero hacía, como quería y hasta grotescamente, tiempo en el suplementario. Todo eso lo asimiló Van Gaal. Todo eso lo pensó. Quizá hasta le dio bronca. Pero por eso apeló a lo único que le quedaba, al recurso más atípico y de bajo de la manga del que la historia de los mundiales, sin exageración alguna, haya tenido registro. Mentalmente, el mensaje era clarísimo: tú tienes al mejor arquero, pues entonces yo tengo uno mejor. Que te va a ganar. Y que te ganó, encima atajándole el penal a tu mejor jugador de campo.

Costa Rica se robó, como en Recife, el corazón de otra ciudad aquí en Salvador, y posiblemente haya flechado millones más en todo el mundo con su digna y desde hoy legendaria actuación. Van Gaal, con un recurso que no estaba apuntado en su enigmática libreta, más bien conquistó mentes, cerebros, razones. De esas que definen pulseadas.

Fotos: EFE, AFP

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