Japón - Grecia: Mitos orientales, cuentos occidentales
Uno no supo y el otro no quiso. ¿El resultado? No podía ser otro que un 0-0 que retrató todas las carencias de Japón y Grecia. Por el lado de los orientales, ciertamente había una mayor responsabilidad, y eso debido a que para muchos tenía los ingredientes para convertirse en una de las revelaciones de este Mundial. Sin embargo, aquella expresión de juego asociado y dinamismo que exhibió en los primeros 45' ante Costa de Marfil, solo fue un espejismo comparado a lo que ofreció en adelante.
Y eso que los helénicos parecían empeñarse en simplificarle el trabajo desde el principio. Primero, la temprana lesión de Mitroglou dejaba a Grecia huérfano de su referente en el área rival. Luego, Katsouranis se iba a las duchas por una innecesaria falta sobre Hasebe y, a partir de la inferioridad numérica, los de Fernando Santos solo apelaban al amor propio para sostener el partido. Japón, con la mesa servida para cocinar a su adversario, equivocó el método y eligió los ingredientes incorrectos.
Zaccheroni apeló a un 4-2-1-3, donde dejó solo a Honda cumpliendo el rol creativo. Un suicidio táctico que propició la monotonía del ataque japonés: balonazos a territorio enemigo que alegraron la vida de Manolas y Sokratis, los dos centrales griegos de correcto juego aéreo. Con el ingreso de Kagawa, para la última media hora, Zaccheroni trató de enmendar esa carencia de elaboración de su equipo, pero ya fue demasiado tarde.
Japón no encontró la forma, o mejor dicho, no tuvo la paciencia ni la lucidez para batir a una Grecia que ya tendrá un motivo para sonreír: habrá sido unas de las peores selecciones en producción futbolística, pero podrá decir que cosechó un punto de su expedición a Brasil. Colombia y Costa de Marfil también sonríen: mientras los cafeteros oficializaron su pase a octavos gracias a este resultado, los africanos dependen de sí mismos para seguir la misma suerte.
Foto: EFE
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