Uruguay, con gol de hombro de Godín, sacó a relucir la casta inagotable de sus hombres -y a despecho de las majaderías de Suárez, quien ahora mordió un hombro rival- en Natal. El 1-0 pone a la Celeste en octavos, para enfrentar a Colombia y soñar con un encuentro en cuartos ante Brasil.

 

Una exótica ciudad llena de arena y lluvia. De playas y de dunas. De vegetación frondosa y calurosa humedad. Todo eso es Natal, el lugar donde Uruguay escribió una nueva página de gloriosa historia para su camiseta.

Y fue glorioso no por los matices que todo el mundo comenta, con morbo, después de la mordida de Suárez en el hombro de Chiellini. Lo fue porque la casta uruguaya, esa de abolengo de lucha, no tiene por qué ensuciarse por el vedado comportamiento de un jugador tan talentoso y letal como sucio e indsciplinado. Porque Uruguay, Uruguay nomás, ganó en el Arena das Dunas porque su historia manda que esos partidos cerrados, difíciles, mordidos -no es sorna- deben ser suyos. Así al frente esté el cattenaccio más genuino.
La expulsión de Claudio Marchisio le restó opciones a Italia de luchar por un mejor resultado en el segundo tiempo (Foto: EFE)
Peca Prandelli aquí en Natal porque su equipo tenía como jugar, con quién jugar. La ubicación de Inmobile como titular sugería, a muchas luces, que buscaría formar un circuito con Balotelli y Marchisio para algo más que el mero contragolpe. No ocurrió ni lo primero ni lo segundo, porque el pensamiento estuvo siempre en retener la pelota para que Uruguay no pudiera asomarse al arco de Buffon. La expulsión de Marchisio, sin embargo, desequilibró ese panorama: la 'Nazionale' no tenía capacidad de seguir marcando igual, y Pirlo quedaba desacomodado respecto de la función de organizador que había pretendido dársele. Así, la defensa de tres italiana quedaba increíblemente relegada a solo esperar que el reloj terminara de correr, mientras la reacomodada defensa de tres uruguaya -comenzó con cuatro pero el ingreso de 'Maxi' Pereira' modificó el esquema- servía más bien para atacar.

Y sirvió tanto para atacar que el momento de éxtasis, a 10' del final, lo puso un zaguero. No cualquiera: el tipo que supuestamente era el más rocoso y leñador de esta celeste. El tipo que en la última final de Champions a poco estuvo de ser el héroe de la jornada. El tipo que ahora sí fue el héroe de la jornada y que, si alguna vez hubo una mano de Dios, pues ahora puso el hombro de Godín. Volteando, con ojos cerrados, sin saber casi cómo. Y corriendo luego, como el puño en alto cual enseñó el viejo Obdulio, hacia la escalerita que conduce a las tribunas aquí en Natal, hacia esa cabecera Sur repleta de un mar tan celeste como el de las playas de esta ciudad.
La mayor polémica del Mundial la protagonizó Luis Suárez al morder en el hombro a Giorgio Chiellini (Foto: EFE)
Lo que vino luego fue conmovedor: Buffon, que quedó impotente ante ese giro, corriendo en su último Mundial hacia el área contraria para buscar lo que sus delanteros habían sido incapaces de conseguir. Uruguay, ya con Stuani y Gastón Ramírez jugando a los costados, fue capaz de retener allí la pelota para acabar sacando, a su manera y sobre la base de la hombría de sus guerreros, un partido que era una final. Por eso, Uruguay no ganó ni clasificó a los mordiscos, aun cuando estos merezcan las sanciones más duras que la falta amerite: lo hizo a y por los hombrazos.

Fotos: EFE

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