Y al quinto día el balón bostezó. El 0-0 entre Nigeria e Irán detuvo la excelente racha copera de goles y emociones en Brasil. Un partido para olvidar.

 

Lunes a las 11:00, un horario que no está hecho para dormir. Pero en Brasil, nigerianos e iraníes se esforzaron para que quienes los observábamos in situ, en la TV o en cualquier otro medio, nos hayamos arrepentido de haberle dado un espacio a un partido lamentable. La Irán de Carlos Queiroz que ya había anticipado lo complicado que iba a ser para su equipo clasificar -Colón, le diremos-, no pudo advertirnos de tan paupérrimo equipo que mostraría, que se agrupaba por solidaridad pero no se esforzaba por jugar.

Sin valentía a dónde puede llegar una selección pequeña, que si va al Mundial es porque la competencia asiática se lo permite. Una selección sin expresión y de gestos adustos con el balón. Que encontró una acción de gol por circunstancia del juego. No hay nada que rescatar de un colectivo sin idea, que había entrado a cumplir y no a disfrutar de este deporte y participar de un torneo tan maravilloso.
Víctor Moses encara a Pejman Montazerie en una acción sin mayor resultado y que se repitió durante 90 minutos con otros actores (Foto: EFE)
Frente a Irán, estaba Nigeria con Mikel y Moses para conducirlo. El de Liverpool llevó alguna inquietud de manera solitaria al arco rival. Al de Chelsea hace unos años le inventaron una posición en la que es uno más, en la que no va a trascender. Lejos del arco rival donde más daño hizo cuando apareció con calidad en aquella Copa del Mundo Sub-20 Holanda 2005. De ese Mikel queda poco, ahora está en un club donde le piden priorizar la destrucción, mientras que su selección necesita a Obi para darle claridad y disfrazar las limitaciones de una Nigeria que perdió la alegría en algún momento.

Descoordinados y desconectados entre sí. Nigeria quería pero no le bastaba. Poca inspiración e inventiva, poco desparpajo de un país que dio jugadores que entraban a dar espectáculo y disfrutar del juego. Hoy esa selección fue parte del peor partido en lo que va del Mundial. Pero sus técnicos, curiosamente, se fueron con un abrazo entre ellos y una sonrisa de oreja a oreja, mientras que el público pifiaba a sus jugadores. Gracias por nada.

Foto: EFE

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