En un encuentro dividido, Costa de Marfil le complicó muchísimo el partido a una Colombia que, a punta de orden y de la mano de James Rodríguez, sacó un 2-1 que los pone ahí nomas de octavos.

 

Toda historia tiene un punto que supone un antes y un después. Este es ese momento para Colombia. Equipo ordenado, rápido, inteligente, con grandes individualidades pero con mejor equipo. Más que equipo; plantel. Colombia goza de una generación dorada de futbolistas jóvenes a los que no les pesa la competencia de más alto nivel de selecciones. Y tiene a un DT que es el DT. Llegó pasadas cuatro fechas de las eliminatorias e insertó en el equipo la base futbolística que hoy lo tiene liderando su grupo en Brasil. Y que lo tiene, a la espera del siguiente partido de su grupo, virtualmente en octavos de final.

Que no parezca una apología al fútbol colombiano. Costa de Marfil también tiene mucho que resaltar. Lo demostró, sobre todo, en el primer tiempo, cuando manejó mejor la pelota que su rival y con mucha dinámica lo metió por momentos en su cancha. Le faltó concretar los últimos metros, pero lo cierto es que tuvo al frente a una defensa impecable que de la mano de un central como Mario Yepes al que no le pesan los 38 años que carga encima. Mucho movimiento pero poca claridad en la finalización de las jugadas puede ser la mejor manera de definir lo que fue la primera parte. Colombia, en contrapartida, se reservó un poco y prefirió los contraataques, aquel estilo de juego tan letal que domina gracias a la velocidad de jugadores como Cuadrado y al desequilibrio de los más iluminados volantes. Llegadas por el costado que no fueron más que centros perdidos y una jugada que Teófilo Gutiérrez se comió solo en lo que pareció un grito por el regreso de Radamel Falcao. Mucho fútbol pero poco peligro en los arcos.
Colombia tuvo a la figura del encuentro en Juan Cuadrado, que aquí lucha por el balón ante Serey Die (Foto: Reuters)
Las instancias finales son los momentos en los que se aprecia de qué está hecho un equipo y la habilidad de su técnico para correr con el viento a su favor. Colombia adelantó un poco sus líneas pero, salvo un palo que clavó Cuadrado tras un excelente control en el área, mucho más no hizo. Para eso, sin embargo, existe el juego aéreo. Aquel tipo de juego que sin Falcao se hace un poco obsoleto en ataque pero que encontró un enérgico reemplazo en quien es, tal vez, el mejor de este plantel: James Rodríguez. El inteligente, el creativo, el que te juega por el piso y te vuelve loco apareció por arriba para demostrar que los ‘10’ de hoy son más que la magia que llevan en una pierna. Tremendo para un jugador de 22 años que ya es un referente y que no le pesa cargar la mochila de un equipo cuando este se encuentra en aprietos. Y como lo hace todo referente, cumplió con su obligación de ataque y se dio abasto para apoyar en presión. El segundo no pudo llegar de otra manera. Viveza pura de James para robarla en cancha marfileña y cedérsela a Teo que cambió de posición con el ligero Quintero que andaba de ‘9’. Versatilidad, le llaman. Otro joven de 21 años que definió solo con la clase y tranquilidad de un treintañero experimentado.

Mientras parecía que nos olvidábamos de Costa de Marfil, ya con Drogba en la cancha, Gervinho se daba el lujo de pasar por Zúñiga, Aguilar y Sánchez para clavar un misil en el palo que había descuidado ligeramente Ospina. Más minutos de empuje marfileño que fue contundentemente dominado por la última línea colombiana y, cuando llegó hasta él, Ospina. Suficiente para confirmar el resultado que romperá con una historia que le ha sido poco favorable a una selección que supo esperar el tiempo que la reconstrucción de su fútbol le demandó.
Camilo Zúñiga despeja el peligro ante la presencia de Gervinho, que en el gol de Costa de Marfil se le escapó al marcador colombiano para anotar (Foto: Reuters)
La historia colombiana en los mundiales tiene capítulos de todo tipo. Pasó por eliminaciones prematuras y hasta por una tragedia sin definición en nombre de la violencia a la que, lamentablemente, a veces mancha el deporte. Dieciséis años después, Colombia vuelve al máximo certamen futbolístico y encanta al mundo entero con su talento. Veinticuatro años después, se meterá en las instancias finales después de ser batidos por Camerún en Italia, allá por 1990. Y, quizá, por primera vez en su historia, alcanzará las etapas más próximas a la gloria eterna. Este es el momento de Colombia, de aquel país que evoca su antiguo nombre de Gran Colombia, y que con mucha paciencia ha logrado el desarrollo necesario para hacer la enmienda más importante de su historia deportiva.

Fotos: Reuters

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