De cómo Neymar tuvo la actuación consagratoria que se exige a los grandes en un Mundial y, haciendo lo necesario pero no lo suficiente -que lo hizo el árbitro con su error en el penal-, terminó permitiendo que Brasil no solo salvara el trámite ante Croacia, sino que le ganara con holgura.

 

Es tan alta la tribuna del Arena Corinthians, ubicada en un noveno piso, que hasta que a los pupitres de prensa no llegó un monitor en el que pudiera apreciarse la repetición del primer gol de la Copa del Mundo 2014, no fue factible determinar que Nikica Jelavic no había tocado el balón centrado por Ivica Olic. La tragedia brasileña, en ese momento, era completa: Marcelo, en propia puerta, le recordaba a Brasil que en la Copa del Mundo anterior un autogol que la FIFA acabó transformando en gol de Wesley Sneijder lo había dejado fuera del Mundial. Y que ahora, otro gol en propia puerta comenzaba a amagarle ese Mundial que tantas amarguras ya, de otro tipo, le ha venido reportando en los últimos meses.

Croacia hizo un gran partido porque lo trabajó bien, sobre todo, en mediocampo. La primera línea, la de Modric y Rakitic, fue exactamente aquello que habíamos querido venir a ver de ambos: prototipos del volante moderno que hoy existe en el primer mundo futbolístico. Más allá de que jueguen uno en el Madrid y el otro en el Barcelona por tanto ya sean tipos comerciales, lo suyo es noble y generoso: van y vienen todo el rato y, sobre todo, construyen desde allí el juego quitando la pelota sin necesidad de abocarse ninguno por completo a la marca. Le tomaron el pulso a Brasil al punto que Paulinho, el más derrochador de energías de la verdeamarelha y que sí hizo un aceptable partido, se acabó quedando sin oxígeno y tuvo que dejarle paso a Hernanes.
Cuando Croacia metió en problemas a Brasil, los goles de Neymar hicieron su aparición para darle tranquilidad a su equipo (Foto: Reuters)
Para ese momento, Brasil ya había encontrado la llave del empate gracias al zurdazo de Playstation de Neymar, quizá mejor definible como uno de Súper Nintendo: disparo cruzado e inatajable cuando había que ponerle botón X al ángulo. Fue en ese momento que, en realidad, Brasil hizo lo necesario para acabar ganando el partido: en vez de resetear la consola y procurar el reinicio de las acciones dado un empate como al principio, fue por más y presionó tanto a Croacia que condicionó a Kovac a salir en el segundo tiempo mucho más cauteloso que lo que había estado en el primero.

Por cierto, esa fue la condición necesaria para que Brasil ganara, pero no la suficiente. Porque sin el error arbitral del japonés Yuichi Nishishima al sancionar como falta el supuesto agarrón de Lovren a Fred, la cosa se habría puesto más que complicada. Pero el propio '10', el de la cresta de moda, le pegó tan magníficamente que Pletikosa, que a su vez había estado estupendo, no pudo poner las manos con la fuerza básica para contener el tiro. Por eso, aun cuando claramente Brasil fue favorecido por el yerro del juez, es también posible ver en el doblete de Neymar y su capacidad de levantar a un estadio -y ponerlo en contra de su presidenta, a la que más le dijeron cosas cuando Brasil iba ganando que cuando iba perdiendo- la aparición consagratoria de un futbolista que ha logrado esta noche ratificar en un Mundial que los grandes solamente se ungen como tales en este mágico torneo que dura cuatro años y que Brasil comenzó perdiendo como acabó el anterior, pero que luego de esta noche con del hermoso colofón de Óscar espera que acabe, para alivio de todo su pueblo y de sus políticos, de una melhor manera.

Foto: Reuters

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