Australia - Holanda: La ley del más fuerte
Con este partido Australia demuestra que no es sorpresa; es realidad. El crecimiento del fútbol australiano en las dos últimas décadas ha sido exponencial. Su liga interna cambió, aparecieron equipos nuevos con buena base institucional y este es el resultado: una selección mundialista que, si bien no se encuentra al nivel de las mejores del planeta, tiene bastante fútbol para dar y mucha inteligencia táctica. Holanda es Holanda, eso no hay que explicárselo a nadie. Pero, a pesar de las distintas realidades, hoy los roles se vieron invertidos.
La planificación fue el arma más letal del equipo de Postecoglou. Después de arrasar con España, era la obligación de este equipo tomar las riendas del partido y apaciguar a la bestia. Así lo hizo, presionando a los holandeses cada vez que tenían la pelota, cortándoles los espacios y cancelando las trepadas de los laterales, en especial la banda izquierda de Blind. El resultado fue la posesión de la pelota y dominio del juego, aunque algo carentes de profundidad. Suficiente para un equipo que no tiene las mismas armas ofensivas que su rival pero que sabe aprovechar las que arma.
Presionar con líneas adelantadas tiene de positivo tanto como de negativo. Sume al rival en una incomodidad constante que no le permite armar juego, más aun cuando la mayoría de sus jugadores requieren algo de espacio para hacer lo suyo. Deja, sin embargo, una defensa por momentos descompensada y eso es lo último que se le puede regalar a un equipo de impresionante velocidad. Le pasó a Australia con el gol de Robben, quien a punta de velocidad se comió media cancha y aprovechó la ruptura de la línea de cuatro en el fondo. No pudo ni celebrar porque Australia se fue aun con más fuerza al ataque y aprovechó el arma que hizo sufrir a Chile todo el partido: la pelota al área. Cahill, solitario como siempre, empalmo con absoluta técnica un pase largo que venció la espalda de los centrales.
Holanda se planteó recuperar el protagonismo de su fútbol en el segundo tiempo adelantando sus líneas y presionando tal como lo hizo Australia en el primero. Sirvió para repartir un poco más el partido pero la claridad seguía perteneciendo a los Socceroos. Igual que la viveza, que les valió para ganar un penal con una mala decisión de un árbitro que confirma que en Brasil la regla no es la intención sino simplemente la mano en el área. Jedinak convirtió y Van Persie igualó cuando el mundo de las apuestas se desbarataba por el resultado. Volvía la paridad pero con una ligera variante. Holanda se hacía cada vez más presente en cancha Australiana y mandaba avisos a su portería. Australia pecó de soberbia al recuperar una pelota en el área rival y enviársela a Cahill para que la pechee sin marca en vez de cerrarlo con la cabeza. Respondió inmediatamente la naranja mecánica con Memphis Depuy y un remate fortísimo que se abrió hasta alejarse de las posibilidades del Ryan. Tres goles resultaron mucho para un equipo que no se daba por vencido pero que carecía de energías para hacerle frente a otro que seguía corriendo.
Nos quedamos con un equipo virtualmente clasificado y otro virtualmente eliminado, a la espera del otro partido del grupo. Queda para el recuerdo y el futuro, sin embargo, un equipo de gran inteligencia táctica y endereza mental. Manejar un partido contra Holanda por gran parte del tiempo no lo hacen muchos, no lo pudo hacer España. El crecimiento de Australia es realidad. Su fútbol mejora pero sigue a la espera de un Mundial que pueda afrontar con un plantel más amplio y con más figuras. Tal vez le tocó un grupo con nivel desmedido, pero sus actuaciones se mantendrán vigentes. Lamentablemente para los Socceroos, así es la ley del más fuerte.
Fotos: AFP, AP
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