Composición fotográfica: Roberto Gando / DeChalaca.comNuestro enviado especial Diego Rodríguez, peruano-español, fue a su primer partido en mundiales para uno de los mayores sufrimientos de su vida futbolística: una goleada histórica a España que aguó su fiesta en el Arena Fonte Nova.

 

Un día terrible. Un viernes 13 que nunca olvidaré, por dos cosas: una increíble y otra terrible. Primera vez que veía en vivo un partido de Mundial, y qué partido: derrota histórica, goleada apoteósica en contra de la selección española. Ya lo he hecho notar, pero vale la pena recordar mi vínculo sanguíneo con el país ibérico, además de haber vivido allí en dos etapas.

El Arena Fonte Nova fue el marco para un partido que será recordado por muchos (Foto: Diego Rodríguez / DeChalaca.com)Día agotador, día épico, día de experiencias nuevas y lamentos todavía no asimilables. Desde temprano, salí junto a Roberto Castro rumbo al Arena Fonte Nova. Calles cortadas como dos kilómetros antes y yo con una aventura demasiado intensa. Clima tropical para recibir el largo día.

Yo tenía una aventura por cumplir: una vez que Roberto entró al área de prensa, debía reunirme con dos amigos peruanos con los que vería el partido. El gran problema es que la comunicación imposibilitaba el encuentro, ellos tenían mi entrada de invitado y no sabía si era en Norte o Sur. Debía buscarlos entre las casi 50 mil personas, y la baja señal de Internet fuera del estadio provocó tal osadía.

Una de la tarde y me paré en el puente de entrada procedente de Río Vermelho, camino por el que venían mis amigos. Pasaban y pasaban holandeses, pasaban españoles, algunos peruanos, muchos con disfraces, algunas meninhas interesantes. Yo sufría: no veía ninguna cara conocida y ya era cerca de las 2. Pasaron incluso los buses de España y Holanda con toda la parafernalia de seguridad correspondiente.

A una hora del inicio, me arriesgué: me fui a Sur junto con todos los hinchas contentos de estar a punto de ingresar al estadio y yo sufriendo porque existía la posibilidad que me quedara fuera. –Felizmente, y casi a 30 minutos de empezar, ubiqué a mi amigo. Y con toda la emoción de confirmar mi ingreso subí los seis pisos correspondientes a mi asiento.

Estadio espectacular, lleno de holandeses en su mayoría. Techo totalmente cubierto, que nos salvó de la lluvia al principio del segundo tiempo, y algunos asientos vacíos. Locución en portugués  e inglés. Llegué a los himnos, y el ambiente era máximo: una pantalla pasaba todo el partido, con repeticiones incluidas, y yo mirándola todavía no creía que metros más abajo estaban ya los veintidós jugadores exhibiendo un gran fútbol.

Del partido hay mucho por contar. En mi arco vi el gol de Xabi Alonso y los cuatro de Holanda en el complemento. Igual, de lejos el acrobático cabezazo de Van Persie se logró apreciar. Cada vez que Diego Costa tocaba el balón, holandeses y más brasileños lo pifiaban y le cantaban canciones en contra de su masculinidad. Era extraño ver como la mayoría de brasileños, varios vestidos con la camiseta del Salvador de Bahía, alentaban a la selección que los eliminó en Sudáfrica.

Al final, goleada histórica, los holandeses haciendo trencito, los jugadores dando la vuelta y agradeciendo, España con caras largas y con un futuro incierto. Después de un recorrido al estadio, donde nuevamente me encontré a varios peruanos, salimos para ver el Chile - Australia, a la misma hora que el diluvio tropical inundaba las calles de Salvador. Y a pesar de los cinco goles, yo tenía ganas de seguir viendo fútbol.

Composición fotográfica: Roberto Gando / DeChalaca.com
Foto: Diego Rodríguez / DeChalaca.com

Comentarios ( 0)add
Escribir comentario
quote
bold
italicize
underline
strike
url
image
quote
quote

busy