Minuto 83: Bigote trigote

SANTIAGO, CHILE, 24 DE ENERO DE 1945. El Nacional de Ñuñoa ve debutar en el Sudamericano al único equipo de los siete participantes que aún no había ingresado en competencia: Uruguay, el campeón vigente. Que trae, como atractivo, a una dupla técnica peculiar: el DT campeón mundial de 1930, Alberto Supicci, funge de preparador-asistente del gran capitán José Nasazzi, inscrito como entrenador principal. Y en el campo, nombres como los de Obdulio Varela o Roberto Porta causan temor, pero no tanto como el de un delantero de moda en Sudamérica: el argentino nacionalizado uruguayo Atilio García, ídolo rutilante del Nacional de Montevideo . En el campo, el rival es Ecuador, y ha sufrido ya las estocadas del gran Atilio y su bigote característico: ha marcado el primer tanto en la jugada misma del arranque del cotejo y luego el tercero en una cómoda goleada. Porta y Obdulio se han encargado de establecer una holgada ventaja, pero hay alguien más que quiere ser protagonista del duelo: Juan Riephoff, recorrido volante que a diferencia de torneos anteriores es suplente pero mantiene intacto su pase milimétrico. A los 83 minutos, encuentra el claro y se la pone limpia a Atilio: este, sin dudarlo, bate a Napoleón Medina y estira guarismos. Uruguay consigue el quinto, y a falta del descuento posterior de Aguayo para Ecuador, inicia la campaña con un 5-1 significativo y un hat trick de su gran figura.
Aquel Sudamericano de 1945 fue el único que Atilio García disputó con la selección uruguaya, con la que llegó a sumar 5 goles en dicho torneo. Antes y después llegó a jugar también por la selección argentina, en épocas en que eso era permitido por FIFA. Pero con ninguna camiseta se identificó tanto como con la de Nacional, con la cual anotó la asombrosa cifra de 464 goles (incluidos amistosos) para convertirse en el máximo anotador de la historia del club. Es también el segundo máximo anotador de la historia de los torneos uruguayos, y posiblemente el gran ídolo de la historia tricolor. La Copa América, pues, apenas saboreó un poquito de su bigote goleador, especialmente en aquella noche santiaguina ante Ecuador.
Recorte: revista Estadio de Chile
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