En 1946, uno de los mejores jugadores brasileños de la época pre-Pelé rindió su mejor actuación en Copa América. Zizinho, 'O Mestre Ziza', anotó un póker en el arco de Chile sobre la base de desequilibrio y habilidad.
Auspicio Hyosung Perú

 

BUENOS AIRES, ARGENTINA, 3 DE FEBRERO DE 1946. Brasil da espectáculo en el 'Viejo Gasómetro' de San Lorenzo de Almagro. Lo sufre copiosamente el golero Hernán Fernández, de la selección de Chile, quien ya ha sido víctima tres veces de la voracidad del jugador más exquisito de los de camiseta blanca -cuando ella aún no era símbolo de tragedia para el fútbol brasileño-. Se llama Tomás Soares da Silva, pero todos lo conocen como Zizinho: 'O Mestre Ziza', un volante por derecha de talento a raudales y capacidad de desequilibrio permanente. Ha aparecido esta vez, sin embargo, con lo preciso para enviarla adentro: primero tocándola sobre la línea, luego estirándose para alcanzarla de cabeza y finalmente con violento disparo de media distancia.
Luis Hernán Carvallo no puede contener a Zizinho la vez que el goleador brasileño le marcó cuatro a Chile (Recorte: revista Estadio de Chile)
Pero Zizinho tiene más para ofrecer. A los 71', Heleno de Freitas combina con Jair, quien echa un centro pasado al corazón del área: allí llega Zizinho, quien baja la pelota de pecho y bate a Fernández para sellar el gol más vistoso de la tarde y, de paso, su póker: cuatro goles en el pórtico mapochino. En el banco, lo aplaude el técnico Flávio Costa, quen antes del partido, por indicación del médico del plantel, Gifoni, hizo que los jugadores del 'Scratch' tomaran cada uno una taza de café brasileño de forma de que estuvieran lo suficientemente cargados de energía para el partido.

Luego Chile descontó mediante un penal ejecutado por Santiago Salfate, y sobre el final Brasil logró establecer el 5-1 con gol de Chico. Pero nadie le quitó el protagonismo a Zizinho, estandarte de aquella gran generación de jugadores brasileños algo injustamente olvidada tras el fracaso de 1950, año hasta el cual él militó en el Flamengo que lo había hecho surgir y del que es figura histórica. Logró 30 goles en 54 partidos con Brasil, y curiosamente, luego de pasar por el Bangú, el Sao Paulo y el Uberabá, cerró su carrera nada menos que en Chile, donde vistió la camiseta del Audax Italiano hasta su retiro en 1962. Como para que los de rojo nunca se olviden de quién les hizo algunas fintas.

Recorte: revista Estadio de Chile


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