En 1983, Ecuador dio una de sus primeras sorpresas en la historia de la Copa América al arrancarle un punto a Argentina nada menos que en el 'Monumental' de River Plate. El gol que dio inicio al batacazo lo convirtió sobre el final del primer tiempo, a los 44', el ariete Lupo Quiñónez, en medio de extrañas amenazas rivales.
Auspicio Hyosung Perú

 

BUENOS AIRES, ARGENTINA, 7 DE SETIEMBRE DE 1983. La noche es extraña en la cancha de River Plate: Argentina no puede con Ecuador, el rival débil del grupo que ambos seleccionados comparten con Brasil, y al que le ha logrado robar un 2-2 en Quito hace menos de un mes. El equipo que dirige Ernesto Guerra ha tomado sus precauciones y, luego de ser goleado 5-0 por el 'Scratch' en Goiania, esta vez ha optado por presentar un esquema ultradefensivo que resguarda el pórtico del golero Israel Rodríguez.

 

 

Cuando el reloj está por marcar el final del primer tiempo, a los 44 minutos, se produce lo impensado. Un córner desde la izquierda servido por Hamilton Cuvi surca el área argentina, en búsqueda de la cabeza de Lupo Quiñónez. Pero junto al fornido delantero ecuatoriano salta Enzo Trossero, quien despeja, no obstante, de modo demasiado corto. La pelota, entonces, puede ser pivotada de manera oportuna por el melenudo Vinicio Ron, quien de espaldas la envía recta hacia Quiñónez, quien aprovecha que encuentra mal parados a Trossero y a Roberto Mouzo. Los zagueros argentinos, al verse en riesgo inminente, se desesperan y solo atinan a amedrentar verbalmente al delantero ecuatoriano: comienzan a decirle a Quiñónez cosas irreproducibles y terribles. "Me dijeron hasta de qué me iba a morir", se quejaría luego el '9' ecuatoriano, quien sin embargo no les hizo mucho caso: queda a tiro de fusilar a Ubaldo Matildo Fillol y lo hace con zurdazo raso a boca de jarro. Ecuador gana 0-1 en el mero Antonio Vespucio Liberti.

De vuelta de vestuarios, Víctor Ramos igualó para Argentina, y sobre la hora un toma y daca de penales convertidos por Hans Maldonado para Ecuador y Jorge Burruchaga para Argentina sellaron un 2-2 que, no obstante, tuvo como héroe a Quiñónez, recibido casi en andas en el aeropuerto Simón Bolívar al regreso de la delegación ecuatoriana a Quito. Entre 1981 y 1987, el llamado 'Tanque de Muisne', exponente fidedigno de la fortaleza física característica de los hijos de Esmeraldas, esa tierra privilegiada en atletas, defendió 27 veces a la selección norteña y marcó 3 tantos, aunque ninguno tan significativo como el que le valió algunos calificativos desagradables.


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