Minuto 15: Extensa como el Nilo

MONTEVIDEO, URUGUAY, 18 DE NOVIEMBRE DE 1923. Diez mil personas pueblan las tribunas del Parque Central a la espera de argentinos y brasileños, quienes animan el cuarto partido del VII Sudamericano. En el instante en que el árbitro Miguel Barba se dispone a pitar el inicio del cotejo, una copiosa lluvia comienza a caer sobre el campo y eso complica principalmente al 'Scratch', desacostumbrado a jugar en esas condiciones. Sin embargo, la entrega de ambos equipos se sobrepone a las condiciones climáticas y se puede apreciar un buen juego, con un arranque trepidante consistente en sucesivas llegadas que se intercalan entre un arco y otro hasta que Cesáreo Onzari -el mismo que un año más tarde daría origen a los goles olímpicos al convertir desde el tiro de esquina- pone adelante a la albiceleste.
Brasil reacciona rápido y, a los 15 minutos, consigue igualar a través de su mejor carta goleadora. Combinaron Amaro y Nilo, los hombres más incisivos del ataque del equipo dirigido por Chico Neto. Y el resultado fue un raudo ingreso del primero al área para que el segundo -quien por entonces jugaba nada menos que en el Sport Club Brasil de la Segunda División del Campeonato Carioca- le pegue a la carrera al balón antes de que Ludovico Bidoglio llegue al cruce. El golero Federico Cancino no llega y el partido que años luego se convertirá en el gran Superclásico de las Américas está 1-1.
Más adelante, el juez Barba tuvo algunas decisiones discutidas que perjudicaron a Brasil -según cables reproducidos por la prensa de ese país-, y eso condicionó al 'Scratch' hasta que Blas Sanuppo decretó el triunfo argentino por 2-1 en el tramo final del cotejo. Pero lejos de ser eso históricamente relevante -el campeón del torneo fue Uruguay, que se impuso tanto a argentinos como a brasileños, que además quedaron últimos-, lo que queda como hecho destacado es la estadística a la que Nilo Murtinho Braga dio pie: en los siguientes cinco cotejos que su selección disputó en Sudamericanos (uno en esa misma edición de 1923 y cuatro en 1925, pues Brasil no jugó en 1924) se hizo presente en el marcador.
Lo anterior convierte a Nilo -goleador que marcó 10 veces a lo largo de los 14 partidos en los que defendió a Brasil entre 1923 y 1931- en el único futbolista en la historia de la Copa América que ha marcado en seis partidos consecutivos. Significativo rótulo para un delantero identificadísimo con el Botafogo, y para muestra un botón: su llegada al SC Brasil se produjo tras una pelea con su club de origen a la que sucedió su decisión de recolocarse en un equipo de ascenso para no tener que enfrentar al elenco de sus amores. Tiempos de amateurismo feliz, sin duda.
Foto: Conmebol
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