Se le puso cambio
La Copa América llegó a Chile por sétima vez con doce selecciones que han mostrado un nivel competitivo alto y que, por lo tanto, han complicado la vida de más de uno. Más allá del tema futbolístico, dos asuntos implicados en la organización son el punto fuerte de este artículo: la disposición en cuartos de final de los dos mejores terceros y la no simultaneidad de los partidos en la última fecha de la fase de grupos.
Sin repetición
Desde Ecuador 1993 empezó la fortuna de los mejores terceros como clasificados a los cuartos de final. Y hasta Argentina 2011, el primero del grupo A se enfrentaba al segundo mejor tercero, mientras que el segundo del Grupo B se enfrentaba al mejor tercero. Esto generaba, a veces, que dos selecciones que compartían grupo se enfrentaran nuevamente en los cuartos de final.
En esta edición la historia no se repitió: las selecciones que quedaron terceras en sus respectivos grupos no fueron catalogadas necesariamente como "mejor" o "segundo mejor", pues se optó por no cruzar rivales que se hubieran ya enfrentado en la primera fase.
¿A qué se debe esto? Al ser un torneo tan corto, con solo 12 equipos en disputa y 26 partidos, no sería correcto para el producto que un partido que ya se disputó en la primera fase del torneo sea repetido casi de inmediato, algo que ya ocurrió en Colombia 2001 (Costa Rica - Uruguay), Venezuela 2007 (Venezuela - Uruguay) y Argentina 2011 (Brasil - Paraguay).
Sin duda que la variabilidad y el cambio son dos aspectos importantes para captar la atención del seguidor. El cambio propuesto para esta edición de la competición permitirá tener más posibilidades de encontrar distintos partidos que, a la vez, examinen el potencial de cada selección con respecto a distintos contextos; porque, como bien se dice, la Copa América sirve para llegar de la mejor manera a las Eliminatorias, y mientras más diversos sean los rivales, más posibilidades de crecimiento técnico-táctico tendrá el conjunto de los jugadores de un equipo.
Asunto de mayores
Con la posibilidad latente que hubiera podido darse un arreglo tácito -cosa que al final no sucedió- en el último partido de la primera fase entre Brasil y Venezuela, en el que a ambos les convenía empatar, muchos espectadores presentaron sus reclamos, vía redes sociales, por la “irresponsabilidad de los organizadores por dar pie a los amaños”.
Las decisiones tomadas por la Conmebol van más allá de las preferencias de los hinchas ansiosos que buscan la clasificación de su selección a toda costa, ya que, como bien se sabe, la venta de los derechos televisivos –entre otras cosas– es uno de los mayores ingresos que reciben los organizadores en función a la elaboración de la Copa América.
Sucede que por la forma de la #CopaAmérica, en estricto los seis partidos de la fecha 3 deberían ser simultáneos. Difícil @DeChalaca
— Roberto Castro (@rcastrolizarbe) junio 19, 2015
Con solo dos simultáneos por día arreglarías el problema en el grupo, pero igual puede haber un acomodo respecto de otro grupo @DeChalaca
— Roberto Castro (@rcastrolizarbe) junio 19, 2015
Por eso en realidad el problema de fondo es que jugando con 12 y clasificando 8 será siempre compleja una simultaneidad efectiva @DeChalaca
— Roberto Castro (@rcastrolizarbe) junio 19, 2015
Entonces, ¿seis partidos en simultáneos serían la solución? No. Muchos de los asistentes a los estadios son chilenos y ellos dejarían de ir a un Paraguay - Uruguay por la obvia razón de querer ver a su selección. Que todos los partidos vayan en simultáneo iría en contra del producto.
Finalmente, ya terminada la primera etapa de la competición, no hubo disturbios ni polémicas en los partidos que acabaron por definir las llaves. Sonrían: podemos seguir creyendo en la ética del deporte rey.
Composición fotográfica: Aldo Ramírez / DeChalaca.com
Fotos: AP, Reuters, EFE