¿Quién lo quiere matar?

Maradona, gane o pierda, siempre será noticia. Maradona, para una sociedad tan sujeta a emociones cambiantes como la argentina, es el personaje que siempre habrá de estar en la cresta de la ola, divinizado por el pueblo y ahora satanizado por una crítica que lo castiga con el peor de los látigos: la del comentario tácito, la del comentario cruelmente sutil que no se atreve a decir la verdad con todas sus letras. La del dizque respeto por el ídolo que en realidad, lo daña profundamente.
Julio Grondona, en cambio, es un hombre equilibrado si los hay en Argentina. Un tipo que supo instalar la cabeza fría en un ambiente termocéfalo para tomar siempre la decisión más oportuna, por dura que fuera. Así, con estabilidad férrea, sobrevivieron los procesos de Bilardo, de Basile y de Passarella. Por eso, siempre me ha costado entender por qué el pope de la AFA tomó una decisión tan extraída del tablón, tan tribunera como poner a Maradona al frente de Argentina.
No soy argentino y por eso no tuve tapujos en decir lo desacertada que me parecía, en su momento, la opción de poner al 'Diez' en el banquillo de la albiceleste. En lo que sí -y a la luz de los resultados- creo que me equivoqué hace casi un año, cuando planteé ese argumento, es que me parece improbable que Grondona haya querido maquillar errores jugando con la salud de un ídolo, al mejor estilo de 'Cuchi' de Souza Ferreyra con Roberto Chale. No lo creo tan cruel, ni tampoco tan descreído de las opciones de su propio equipo como para tirarlo al abandono.
Hoy, más bien, apuesto por la teoría conspiratoria y creo que Grondona tomó la decisión como una suerte de acto de responsabilidad. Como el de un dirigente que sabe que tiene 77 años y que el tiempo que le queda en sus oficinas de la calle Viamonte no es muy prolongado. Y me parece que el jefe, como le dicen en Buenos Aires, quiso ver con sus propios ojos lo que mañana, de no haber hecho, no podría haber controlado: que la presión popular colocara a Maradona al frente de una selección, acaso en un proceso que hubiera comenzado desde cero, y que el ciclo de cuatro años de un Mundial a otro quedara entregado al libre albedrío del 'Diez'.
Dicho de otro modo, creo que Grondona le ofreció a Maradona el beneficio mínimo de la duda en un escenario con doble final óptimo: si por caprichos del destino le iba bien, la gloria sería conjunta y, en la historia quedaría escrito su nombre como el del dirigente que, contracorriente, supo apostar por un ídolo en el momento preciso para revivir con él la gloria de 1986. Y si, como era más probable, le iba mal, "mataría" para el futuro la posibilidad de que el día en que Grondona ya no esté, al sucesor de turno se le vaya a ocurrir la barbaridad de poner a Maradona al frente de su selección.
Dentro de todo, pues, creo que don Julio Grondona sigue siendo uno de los argentinos más responsables.
Foto: AP

Maradona jugador fue y será único. Nadie lo igualará.
Maradona entrenador, nunca debió serlo.
Sin ánimo de ofender y con el respeto que me merece este prestigioso espacio debo decir que el diagnóstico dado al respecto erra y no por poco.
Si bien es muy difÃcil defender la actual y breve gestión de Diego Maradona al frente de la selección argentina, no es dable compararla ni asemejarla con una gestión de Julio Grondona, conocido como mafioso en el ámbito del fútbol latinoamericano, que se mantiene en el poder tras más de tres décadas initerrumpidas gracias al manejo discrecional de los fondos de AFA que tiene maniatados a los clubes de primera división a la vez que acrecentó su patrimonio personal a la enésima potencia.
Esto, amén de los yerros cometidos en las elecciones de DTs (caso Pekerman que jamás habÃa dirigido un equipo de 1º división y destruyó la selección de Marcelo Bielsa o el caso de la renovación a Basile por su pelea personal con el candidato de todo el paÃs, Carlos Bianchi).
Te dejo un link para saber más sobre este hombre, Julio Grondona.
http://la-pelota-no-dobla.blogspot.com/2009/08/los-negocios-de-grondona.html
Un saludo cordial desde Buenos Aires.