Arthur Friedenreich: El reinado de Arthur

El camino que Brasil siguió en el fútbol para ganar el respeto que le tiene el planeta entero se lo ganó con la aparición de innumerables figuras desde que a fines del siglo XIX el deporte llamado football -recién llegado de Inglaterra- se instaló en el país con el carnaval más famoso de todos. Al inicio, como en muchos otros lugares desde que hizo su aparición, a la pelota se le daba un trato similar al que le daban los ingleses, pero fue en tierra brasileña que se ganó otra identidad, su sello propio, para a partir de ahí destacar, primero en Sudamérica y luego en el mundo.
Jogó bonito
Bien se dice que el que mete los goles es el que más suele destacar, y de su generación, fue Arthur Friedenreich quien brilló por encima del resto, no solo por sus anotaciones, sino por su estilo de juego, ajeno al que se acostumbraba ver en las canchas cuando debutó en 1909. Conocido también como Fried, este astro brasileño marcó una pauta importante en su época, hasta vital se podría decir, de lo que hoy se conoce como ”el fútbol brasileño” luego de asimilar y mejorar lo que aprendió en sus inicios con los ingleses.
El camino que Fried siguió solo para poder jugar fue complicado, tan complicado como la sociedad brasileña misma que aún hoy, a más de 100 años de su debut, exhibe problemas raciales, como el que le costó un severo castigo al Gremio en la Copa de Brasil. Nació el 18 de julio de 1892, hijo de madre brasileña y padre alemán, por lo que de no ser por la existencia del club Germania, fundado -como su nombre indica- por inmigrantes alemanes, quizás nunca hubiera podido demostrar su capacidad en el fútbol. Su ascendencia paterna le permitió jugar en este equipo pese a su condición de mulato, aunque para ello debió maquillar su apariencia: en la gomina encontró la forma de cambiar el cabello ondulado que lucía por uno lacio, previo tratamiento antes de cada partido. Comparado con lo que debieron hacer otros jugadores, como teñirse la piel de blanco con harina de arroz, lo suyo era casi nada. En este sentido, su rol protagónico en aquel incipiente fútbol brasileño fue clave en el tiempo para las estrellas que luego despegaron sin importar el color de su piel.
Sus primeros años los pasó cambiando de equipo en cada temporada, a veces solo como ocasional refuerzo, cuando en el amateurismo se ganaba más dinero por jugar amistosos que por disputar encuentros oficiales. Aunque ni uno de los cuadros que defendió en esa etapa sigue en actividad, al menos no en el rubro futbolístico, el nombre del Paulistano se mantiene hasta la actualidad como el más recordado de ellos, porque fue con ese equipo que alcanzó los mayores logros de su carrera. Si bien ya había sido tres veces goleador del campeonato paulista (con los clubes Mackenzie, Ypiranga y el mismo Paulistano en una primera pero breve etapa en 1914), con su nueva camiseta acabó otras seis veces como máximo artillero, pero le añadió el gusto por los títulos, pues alcanzó seis estrellas durante su estancia entre 1918 y 1929. Además, fue parte de la gira por Europa que realizó en 1925, la primera de un team brasileño por el Viejo Continente, la cual comenzó con un indiscutido 7-2 sobre Francia con tres tantos suyos.
Con su capacidad plenamente demostrada, Fried también formó parte del seleccionado brasileño: disputó cuatro campeonatos sudamericanos, ganando los de 1919 y 1922, ambos en Brasil. En el primero de ellos ganó fama al enfrentar a equipos mucho más experimentados por entonces, tal como con Uruguay, al que le marcó el único gol de la final. Así, su suceso, al igual que el del fútbol de su país, hizo que un deporte que era para la clase alta se volviera popular, lo que incrementó el interés por apreciar los encuentros más destacados. Eso obligó a la construcción de nuevos estadios, como el de Fluminense en Río, conocido como das Laranjeiras, en cuya inauguración en 1919 Friedenreich se encargó de anotar el primer gol del 6-0 que Brasil le encajó a Chile durante el primer partido del Sudamericano.
La fama le valió también para ser parte activa de la vida política en Brasil, ya que en 1932 se unió a la causa de la Revolución Constitucionalista de Sao Paulo que buscaba la creación de un gobierno democrático y una nueva Constitución. El papel de Friedenreich fue importante para reclutar miembros a las filas armadas que se opusieron al gobierno de entonces, al mando de Getúlio Vargas, formando parte incluso él mismo en la lucha activa.
Por unas monedas
De regreso a las canchas, el fútbol brasileño se encontraba envuelto en un cambio, el de la profesionalización de los equipos, algo que no era muy del agrado de Fried, que a inicios de los años treinta ya era un veterano, aunque aún seguía vigente. Su club, el Paulistano, tampoco vio con buenos ojos este cambio, por lo que abandonó la práctica de este deporte. Varios de sus ex jugadores pasaron entonces a formar parte de un nuevo equipo, el Sao Paulo, que nació en 1930 y con el que Friedenreich se mantuvo por cinco temporadas, a lo largo de las cuales conquistó un único título paulista en 1931. Su último equipo no fue uno de la ciudad en la que se dio a conocer, sino uno de la que por entonces era la capital de Brasil, Río de Janeiro, que vio cómo este artillero marcó sus últimos tantos en 1935 con las sedas del no menos conocido Flamengo y con 43 años de edad a cuestas.
La extensa trayectoria de Fried siempre resultó difícil de seguir por la cantidad de partidos que disputó, muchos de ellos de carácter amistoso, por lo que la cuenta exacta -o al menos una aproximada- de sus conquistas nunca se llevó, aunque por décadas se creyó que había logrado más de mil goles (1,239 en 1,329 partidos, solo por debajo de los 1,282 de Pelé) sobre la base de la cuenta que supuestamente llevaron primero su padre, Oscar Friedenreich, y luego Mário de Andrada, amigo y compañero suyo en el Paulistano. Esta cifra posteriormente ha sido corregida en más de una ocasión vía la revisión de publicaciones de la época hasta certificar que llegó a los 595 tantos en 605 encuentros.
Tras el retiro su fama se disipó rápidamente, por lo que resulta en la práctica un desconocido para varias generaciones que nunca escucharon de su nombre fuera de las fronteras de Brasil, esto en buena medida por la falta de medios y porque hubo otros grandes jugadores que le tomaron la posta, como Leónidas da Silva, la gran estrella que apareció en los años treinta. Solo el paso del tiempo permitió que salieran a la luz muchos detalles desconocidos en la carrera de Arthur Friedenreich, como su autobiografía, que redactó en la última etapa de su vida pero que no llegó a revelar pues falleció en 1969. El texto se descubrió hace solo unos años y ha tenido muchos problemas para su publicación por falta de patrocinadores.
Ahora con Brasil sumido en una crisis futbolística, en la que parece haber perdido toda su identidad, el recuerdo de un crack, el primer ‘Rey’ del fútbol brasileño, bien podría servir de ejemplo para regresar al camino de antes, ese que Fried inició mientras jugaba y convertía goles que aún hoy no se terminan de contar.
Composición fotográfica: Roberto Gando / DeChalaca.com
Fotos: dudelamonica.com, acervo.estadao.com.br, saopaulofc.net
