Minuto 20: El único wakawaka

Minimiza los ojos y hace un esfuerzo por observar el marcador. El electrónico señala que apenas han pasado dieciocho minutos, un tiempo demasiado corto como para haber recibido tantos disparos a quemarropa. Hugo Lloris se frota los guantes, ordena a su defensa adelantarse para hacer que el rival caiga en el fuera de lugar. Dieciocho minutos y veinte segundos, veinticinco, poco a poco lo carcome la desesperación. Ha decidido dejar de gritar. De pequeño había preparado esa voz para alzarla cuando le tocara festejar campeonatos mundiales. No así, piensa, ahora que están a punto de ser eliminados del mundial y en primera ronda.
Sudáfrica domina al último campeón del siglo XX. Lo hace con autoridad, abriendo la cancha y colándose por las fisuras de una selección partida. Eso es o en eso han convertido a Francia. Durante la semana, Nicolas Anelka decidió abandonar la concentración por diferencias con el técnico y desde ahí, nada fue igual. La prensa crucificó a Raymond Domenech, jubiló a Thierry Henry y señaló, sin el menor aspaviento de culpa, que esa era la peor selección en mucho tiempo. Lloris sigue consultando el reloj: 19 minutos.
Sudáfrica se va con todo, las chances de clasificar son escasas, pero deciden pelear hasta la última dividida. En una de esas se genera un tiro de esquina. El ejecutor es Siphiwe Tshabalala, el mismo que anotó la primera diana en el partido inaugural ante México. Lleva el ‘8’ en la espalda, un número que se agiganta cada vez que extiende los brazos para pedir a sus compañeros buscar el palo de Lloris. Un gol sería mortal para los franceses, el golpe anímico definitivo para volver a casa por la puerta falsa.
Desde atrás, Bongani Khumalo llega dando pasos cortos hasta el área chica. Huele la desesperación en la zaga de Clichy y Sagna que le hacen sombra. Khumalo intenta distraerlos; se zafa, empuja y busca posición para remate aun cuando Lloris amenaza salir con los puños en alto. Tshabalala ejecuta. El portero que alguna vez soñó con usar sus manos para alzar una Copa del Mundo, hoy ve cómo la pelota lo sobrepasa. Su metro ochenta y ocho queda estéril, Khumalo aprovecha y le cambia de palo.
Lloris se toma la cabeza. El Free State de Bloemfontein le hace saber el porqué; Sudáfrica gana por 1-0. Será el único gol de Khumalo con la selección y la única victoria de Sudáfrica en ese, su propio mundial. El reloj marca veinte minutos. Lloris, desde ese momento, dejará de contar.
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Foto: AFP
