Minuto 76: Lato, histórico y maldito

En el Estadio Olímpico de Múnich, un ligero temblor de incertidumbre sacude las gradas. Los hinchas brasileños, impávidos, no conciben cómo su selección es incapaz de encajar un gol en la portería de Tomasewzki. Es el 6 de julio de 1974 y enfrentan a Polonia para ver quién se queda con el tercer lugar. Aquel premio que consuela a algunos y a otros les sabe a muy poco.
Dos cartas mágicas de Brasil no han aparecido en el partido. Entre Rivelino y Jairzinho apenas han generado peligro en el arco rival. No lo saben todavía, peroel fútbol ha empezado un proceso de cambio y ya no se depende únicamente de los habilidosos para ganar un juego. No saben, tampoco, que están a punto de presenciar el inicio de una racha maldita, pues pasarán 20 años más para que puedan volver a saborear la gloria en un mundial. El jugador encargado de iniciar ese destino es Grzegorz Lato. Tiene 24 años y una calvicie que avanza a ritmo acelerado.
Su físico llama la atención. Tiene los ojos fijos, la piel escamosa y el cuello corto como para buscar el espacio por donde se colará para hacer añicos a la defensa brasileña. Lato parece haber nacido como un depredador del gol. Empieza a salivar una vez que tiene la portería a remate. Los hinchas ven todo en cámara lenta. La película de terror tiene al polaco inclinándose ligeramente hacia la derecha y Emerson Leao, con las manos abiertas, intentando evitar lo que ya parece inevitable, que a Brasil se le ha esfumado el último ripio de gloria una vez que el balón besa la red.
Lato es abrazado por sus compañeros. Pasa de una cortés tensión de puños elevados a un caluroso festejo con la manada. Su grito de gol se expandirá todavía por copas más: en Argentina 78 anotará dos goles ante Túnez en la victoria por 1-0 y la derrota ante Brasil por 1-3, también en el 82 despedirá de los mundiales al Perú en una memorable goleada por 5-1.
Sus 10 goles en copas del mundo fueron vitales en cada una de las instancias. Lato demostró que no solo las serpientes podían trasladar veneno, sino que él gozaba de esta misma característica cada vez que se calzaba los botines y defendía a su selección.
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El otro minuto 76: el gol de Erich Probst (Austria) a Suiza en 1954
Foto: futbol.hispavista.com; Video: Youtube / Usuario EveryFourthYear
