Minuto 77: El aviso de Rahn

20 de junio marca el calendario de 1954. Alemania todavía no es conocida como aquella selección guerrera que no se le puede dar por muerta hasta que el árbitro dé los tres pitidos finales que marcan la conclusión de un partido. En Basilea, en el St. Jakob Park, el protagonismo absoluto es de Hungría. La selección de Ferenc Puskas y Sandor Kocsis se da un banquete ante los germanos. Los magiares se pasean en la cancha y su rival solo atina a mirar desesperado como una y otra vez la valla de Henz Kiatowski es batida sin piedad. El marcador señala un inclemente 7-1, resultado corto para una selección que llegaba de vapulear 9-0 a Corea del Sur. En Basilea, los suizos están seguros que están observando a los siguientes campeones del mundo.
En el ataque germano, camina solo Helmut Rahn. Mira al suelo y maldice. Su orgullo alemán no le permite digerir esa derrota. Cuando Jozsef Toth vulnera de un derechazo otra vez su arco, patea el suelo, incapaz de comprender como un equipo puede ser tan superior a su selección. Por eso, cuando la pelota le llega por la derecha, está empecinado, aunque sea, en maquillar el resultado. Gyula Grosics -arquero aburrido todo el partido- intenta salir a cortarlo pues su defensa lo perdió de vista. Rahn, con paciencia alemana, lo amaga fuera del área, se saca a Mihaly Lantos que llegaba a cortarlo y pica la pelota con mucha clase. Los esfuerzos de la zaga magiar son vanos, la pelota cae redondita detrás de la línea de gol. ¿A celebrar? No, a volver a la media cancha a ver como contener ese huracán húngaro.
No serviría de mucho ese gol, más que para la estadística. El partido acabaría 8-3 y confirmaría la superioridad futbolística de Hungría en ese Mundial ¿Quién podría adivinar que la historia sería tan distinta catorce días después? Serían los mismos rivales los que se verían en la cancha, pero el resultado sería otro. Ahí si brillaría Helmut Rahn, ahí si no tendría que protestar por la superioridad del rival, ahí lograría un doblete que le otorgaría el primer título a su selección. Quizá fue ese gol, dos semanas antes, donde Rahn entendió donde pasaban las falencias de los magiares. Puede ser que allí haya encontrado la grieta que los hacía mortales. Su Talón de Aquiles.
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El otro minuto 77: el gol de Jürgen Sparwasser (Alemania Democrática) a Alemania Federal en 1974
Foto: AP
