Foto: ReutersEn el Mundial de Alemania, en 2006, los germanos enfrentaban a un rival al que también vieron en su otro mundial: Polonia. Los polacos resistieron el cero todo el partido hasta que llegó uno que ya sabía anotar goles agónicos. Oliver Neuville y un triunfo más sobre la hora.

 

En los Mundiales, nadie quiere ver a Alemania. Lleguen bien, mal o peor, los teutones siempre se crecen cuando llega el torneo que reúne a los mejores países del mundo. En el momento de la verdad, la sangre germana es capaz de vencer casi cualquier obstáculo: desde la Hungría de Puskas en un lozadal en 1954 hasta la Holanda de Cruyff en su Mundial en 1974. Sin embargo, a Polonia no le disgusta tanto la presencia germana al frente. Hay una sed de revancha, una herida abierta. Lo que sufrió Polonia con la ocupación de Alemania todavía es difícil de olvidar en el país de Europa Central. Dicen que el fútbol es un juego, pero ese 14 de junio de 2006, Polonia tenía de nuevo la sed de revancha.

En la cancha, poco importó la carga geopolítica de cada equipo. Alemania fue un vendaval y dominó el encuentro de inicio a fin. Miroslav Klose y Lukas Podolski -polacos de nacimiento, parecían no querer herir a su país natal pues erraban todas las pelotas que encontraban frente al arco. El empate le sabía poco a los germanos. Si bien habían derrotado a Costa Rica, no querían hacerse problemas ante un aguerrido Ecuador la siguiente fecha. Era necesario asegurar la clasificación.

 

 

A los 71’, a Jurgen Klinsmann decidió que el amor de Podolski por su país de nacimiento era demasiado y lo reemplazó por otro foráneo que jugaba por Alemania: el suizo Oliver Neuville. El menudo delantero ya sabía lo que era anotar un gol tardío que significara una clasificación. Lo había hecho ante Paraguay en el mundial pasado cuando a los 88’ decretó la victoria en un partido cerrado. Cuando llegaron los 91+’ y David Odonkor arrancó como una bala por derecha, Neuville supo que era su oportunidad. Llegó el centro a baja altura y el delantero se tiró con la pierna estirada, inatajable para Artur Boruc.

El gol sirvió para asegurar la clasificación alemana a la siguiente ronda que refrendó luego con una goleada ante Ecuador. Los alemanes serían protagonistas de su Mundial hasta que se cruzaron con Italia, campeón final, en las semifinales. Polonia, una vez más, quedaría fuera en primera ronda por ese gol un pequeño atacante nacido en Suiza que mantuvo la superioridad futbolística alemana sobre Polonia.

Foto: Reuters; Video: Youtube / Usuario Schoftischlieri

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