Ausencia de malicia
Recatados, con sombreros y en el calor de un verano y de un estadio que aún olía a madera: así vivieron los peruanos el primer Clásico del Pacífico. Los guantes aplaudían indiferentes al color de camiseta. Perú y Chile jugaban por primera vez un partido de fútbol y en las tribunas del Stadium Nacional había cualquier cosa, menos una guerra.
Claro, no era la Lima de ahora. Eran los años treinta: una década en la que emergieron, crecieron y se consolidaron muchas de las luchas y reivindicaciones sociales, y de los partidos políticos que las proclamaban, algunos con la letra, otros con la bala: en ese mismo mes, una bomba puesta por presuntos fanáticos apristas estalló en el diario El Comercio, preámbulo del asesinato, cuatro meses después, de su director, Antonio Miró Quesada de la Guerra. El gobierno del general Óscar Benavides, así como sus predecesores, habían militarizado la política del país y la alta represión replegaba cualquier desborde vandálico La capital, además, conservaba un status centralista, aristócrata y europeizado, sobre todo en el dominio mediático. En suma, se seguían guardando las formas.
Lo cierto es que ni en el mes en el que la delegación chilena estuvo en Lima ni en el partido mismo, los medios registraron insultos o agresiones de algún calibre. El Comercio, en sus comentarios posteriores al partido, aseguró que “la cultura de nuestro público es algo que no admite discusión. Ayer lo demostró ampliamente con sus respectivos aplausos al referee (Nota del Autor: el argentino Eduardo Forté), a los visitantes y a los de casa”. Lo mismo afirmó el tesorero de la delegación chilena, Eduardo Marchant, quien señaló también que “el referee fue honrado y correcto y, con relación al público (peruano), demostró una vez más su proverbial cultura y gentileza”. La cereza declarativa la puso el presidente de la federación visitante, Arturo Flores Conejero, quien no fue lastimero al comentar el último puesto de su selección, sino, más bien, acotó que “vinimos por un campeonato y nos hemos llevado el de la confraternidad”.
Un apunte final: el primer triunfo oficial de una selección peruana solo fue observado por 12 mil personas, aparentemente desencantados por el discreto papel exhibido por Perú en el Sudamericano. Según la prensa, la cifra ratificó “el gran olfato de los aficionados. (…) Ellos intuían lo que iba a pasar y prefirieron irse a las playas a revolcarse en la arena”.
¿Será el mismo escenario de este domingo?
Recortes: diarios La Crónica y El Mercurio
escrito por José Sanz , March 28, 2009
Leà en el Mercurio chileno (emol.com) que para este partido las entradas las habÃan puesto a un precio muy alto y q la mayorÃa de los q pudo ir a ese partido eran gente de la aristocracia.
A lo mejor en eso se inspiró Burga para los precios de las entradas mañana, aunque irán gente de todos los estratos seguro.