Mece que más aplaude

La figura de Luis Banchero Rossi y Defensor Lima, en los años setenta, se difundió por varios años en el fútbol peruano: equipos que súbitamente se convertían en millonarios y que, ante la partida del mecenas, se desbarrancaban inexorablemente. En la última década, nacieron émulos del empresario pesquero, pero ya no en Lima, sino en el fútbol de provincia. Podríamos atrevernos a decir que se trata de un fenómeno mundial: si no, que lo digan los jeques árabes.
Los mecenas han irrumpido en los clubes por estímulos diversos que, a su vez, se vuelven su contención y los constriñen al resultado de cada fin de semana. Si su objetivo es económico, el empresario busca que su inversión obtenga frutos inmediatos. Si su objetivo es político (como ocurre en la gran mayoría de casos, con autoridades regionales liderando a los clubes), son vulnerables a la presión del ‘pueblo’: no soportan que el Coliseo los pifie y toman decisiones para satisfacer al auditorio. Los técnicos suelen ser la víctima inmediata de sus arrebatos.
La resurrección precisa
En el último fin de semana, Édgard Ospina y Rafael Castillo Lazón consiguieron triunfos históricos. ‘Peinadito’ igualó la mayor goleada a domicilio de León en su historia en Primera; ‘Rafo’ consiguió que UTC venciera a Universitario en Lima por primera vez en su historia. Ambos lo lograron cuando tenían pie y medio fuera de su club y luego de varios días de una hostilización que nació de sus propios dirigentes.
Joaquín Ramírez, presidente cajamarquino tuvo el desagradable gesto de anunciar que estaban buscando nuevo DT y nuevos jugadores; es tal el poder de Ramírez que, durante la derrota 0-2 contra Cristal en Cajamarca, el público local le reclamaba a él, y no al DT Castillo, el ingreso de Renzo ‘Ropita’ Benavides (quien, paradójicamente, dejó el club después de ese choque y fichó por Sport Áncash). Comprobamos que el criterio de los públicos locales se está alterando respecto a quién toma las decisiones futbolísticas.
En tanto, en Huánuco, el despido de Ospina trascendió porque el vicepresidente de León, Jorge Picón, se ‘fue de boca’ ante sus partidarios políticos durante un mitin (otra vez, la figura del Coliseo). Recordemos que, tras el empate 2-2 en casa contra Sport Huancayo (fecha 8), el Heraclio entero gritó exigiendo la salida de ‘Peinadito’. La decisión no fue revertida y Ospina, pese al resultado en Chimbote (2-6), no se mantuvo en el cargo.
Los seguidores
Pero, además de UTC y León, otros clubes matizaron también la semana con presiones y despidos. Rolando Bellido, presidente de Inti Gas, lanzó veinte mil nombres disímiles entre sí como sucesores de César Tabares, antes de oficializar al paraguayo Rolando Chilavert. Luego, reprendió al DT por sus acusaciones contra Édgard Ospina. Y luego, lo hizo dirigir, ya despedido, un último encuentro de Inti Gas en Tarapoto, que terminó con un 1-1. No queremos imaginar qué habría pasado con Chilavert, que ya estaba en Perú, si Inti Gas se llevaba los tres puntos del Vidaurre.
Freddy Chávez, mandamás de Unión Comercio, puso su cuota de inestabilidad para anunciar, tras el empate con Inti Gas, que “oficialmente le retiraba la confianza” a Fernando Nogara. Los próximos días (u horas o minutos) confirmarán si la pataleta fue pasajera o definitiva.
Que a un DT le vaya bien tampoco es garantía de nada y lo demuestra la Copa Perú: Eusebio Salazar iba puntero, invicto y goleaba cada fecha con Mannucci pero de la noche a la mañana lo reemplazaron por José Ramírez Cuba; a ello se sumó el inexplicable despido de doce jugadores.
Mecenas institucionales
Hay quienes opinan sueltamente que el torneo peruano debe disputarse con 8 ó 10 equipos porque no hay más instituciones. Es un absurdo. Ningún fútbol, ni siquiera en el primer mundo, tiene al 100% de sus participantes como instituciones modelo; el porcentaje, en realidad, es pequeño.
El mecenazgo, en sí, no es lo peor que puede ocurrirle al fútbol; peor es tener a un equipo hambreado, con 4 ó 5 meses de deudas. Lo que deben adquirir dichos mecenazgos es mayores conceptos futbolísticos y una perspectiva económica de mayor aliento.
César Vallejo y Juan Aurich son mecenazgos, en medida que responden a la figura de dos caudillos: César Acuña y Edwin Oviedo, respectivamente. Sin embargo, ambos han trascendido la ayuda de su benefactor; su marca se ha asimilado, más bien, al engranaje económico de las empresas de estos. En otras palabras, dan y obtienen réditos directos por este motivo; no dependen de la generosidad de sus líderes.
Vallejo y Aurich, concebidos como ‘nuevos ricos’ norteños del fútbol peruano, no se manejan exactamente igual. En Aurich, Oviedo opta por el perfil bajo, pero sus decisiones suelen ser más drásticas: no tuvo reparos en deshacerse de técnicos extranjeros de renombre, como Luis Fernando Suárez y Diego Umaña, y su nivel de tolerancia a los proyectos suele ser leve. En Vallejo, en cambio, Acuña suele renovar los ultimátum (a veces de mal gusto) cada vez que su equipo se estanca; sin embargo, respalda sus proyectos, pues Víctor ‘El Chino’ Rivera es el DT que mayor vigencia tiene en el Descentralizado (desde enero de 2011) y su antecesor, Mario Viera, gozó de más de dos años de respaldo. Es más, desde 2008, sin contar a los interinos, Vallejo solo ha tenido a tres entrenadores: Roberto Arrelucea, Viera y Rivera; ningún otro club del medio ostenta tal persistencia.
Vallejo y Aurich constituyen un mecenazgo semi-institucional, en la medida de que cuentan con una visión económica de largo plazo. En estos casos, es necesario que la gente que rodea al club se involucre y equilibre poderes. Pues existen dos riesgos potenciales: que el mecenas abandone el banco una vez lanzado del trampolín; o que el mecenas se eternice como todopoderoso y haga y deshaga como le plazca: tal es el penoso caso de Alianza Atlético, que por un capricho de Lánder Alemán, está inactivo y en el limbo del Poder Judicial.
Composición fotográfica: Roberto Gando / DeChalaca.com
Fotos: Luis Chacón y Miguel Koo Vargas / DeChalaca.com, Diario de Chimbote, Emilio Ruiz, diario La Industria de Trujillo
