La Resaca del Sábado: Sis-temas

La cancha del MGA
El Manuel Gómez Arellano reapareció en el fútbol de Primera División después de seis años: el último equipo en haber sido local allí fue Sport Áncash, en el Apertura 2007 ante Alianza Atlético. La idea de Gálvez al jugar en el viejo estadio chimbotano es clara: tener una opción de césped natural, por un lado, y hacer que la presión del público sobre el rival se sienta más, por otro. Pero este sábado, al cuadro de la franja le costaron mucho ambas cosas.
Por un lado, el estado del césped no fue el mejor que pudiera decirse. El campo no ha estado siendo utilizado para fútbol competitivo -la Liga Distrital de Chimbote juega sus partidos en el Centenario Manuel Rivera Sánchez- y se hizo notorio eso en un gramado pesado y que no fue del todo bien trabajado. A la larga, entre una cancha artificial versus una cancha natural en mal estado es preferible lo primero. Y respecto de lo otro, la asistencia fue baja para una plaza que suele volcarse al estadio para alentar a su equipo: un poquito más de 3 mil espectadores que, si bien se hicieron sentir, no ejercieron, por ejemplo, ese acoso desde populares que el llamado MGA hacía sentir en las épocas en que Sipesa fungía allí de local. Quedó, pues, una deuda pendiente en este reencuentro del Gómez Arellano con el fútbol, y eso no solo tiene que ver con la falta de triunfos de Gálvez tras su tercer empate consecutivo.
Traumas rojos, traumas tácticos
Cienciano ha sido goleado en el estadio Alberto Gallardo por novena vez, y escribir artículos sobre este tema ya se va haciendo una costumbre en esta página web. El karma es terrible para los rojos: desde la reinauguración del estadio, en 1995, se instauró esa costumbre de Cristal de golear a los rojos, con un 6-0 contundente que se repitió al año siguiente. Ahora fueron cinco -pudieron ser todos los que Cristal hubiera querido-, como en el Clausura 2002, y eso tuvo que ver con un flojísimo sistema defensivo de los de Mario Viera que se fundó en desubicaciones inentendibles.
El cuadrado de Cienciano tuvo, en primera línea, a Nakaya a la izquierda de Casas. El nisei fue lateral... derecho en sus inicios, y desde hace un año en Boys se le ha dado por tirarse al lado opuesto. En segunda línea, en tanto, Ísmodes, que siempre manejó el perfil izquierdo mejor que el derecho, fue tirado a este último costado para que el colombiano Cuéllar tuviera la preferencia creativa. ¿El resultado? Cuéllar nunca generó fútbol ni habilitaciones, y 'Damichón' no tapó la salida de Quina, que acabó yendo cómo y cuánto quiso por la raya de Jonathan Acasiete. Y arriba, Orejuela -que va siempre por derecha- y Ramón Rodríguez -que va siempre por izquierda- estuvieron todo el partido con perfiles intercambiados. Un mejunje inexplicable que ya sabemos qué efectos generó.
La garra revisitada
A la 'U' le ganaron tal como le gusta ganar a la 'U': apretando dientes, de contra, con la del estribo, como decía don Emilio. Y lo hizo Cruzado, que se había cansado de fallar el tercero de Huancayo en la noche del Monumental. Pero antes, el discurso sobre los cremas y sobre todo sobre la propuesta Comizzo, había dado giros de más de 360 grados como si nada.
Que Comizzo es ratonero: difícil, porque a un equipo que ratonea estrictamente no le generan acciones como la del penal que convirtió López -más allá de lo mal sancionado que estuvo-. Que Comizzo reivindica la garra como esencia: puede ser, porque en caso contrario la 'U' no habría podido levantar el empate. Que Comizzo es de fútbol intenso, puede ser: y ante Huancayo, por eso, murió en su ley, viviendo el vértigo de 90 minutos jugados con todo, con ida y vuelta constante y una voltereta épica que estuvo a punto de consumarse. Pero la pregunta de fondo es si Comizzo le viene bien a Universitario: por ahora, el juego -sobre todo en términos de los recursos escasos con que se cuenta- dice que sí. Y los resultados, sobre todo el de este sábado, afirman que no tanto. Tiempo al tiempo.
El ratón ratoneado
Juan Carlos Bazalar y sus recovecos defensivos sorprendieron en las dos primeras jornadas con Pacífico. Pero ante León, se topó con un viejo zorro del Descentralizado. Uno que sabe jugarlo y se llama Édgard Ospina, y que fue al Callao con una meta muy clara: sumar de a uno y conservar el cero. El 'Peinadito' puso una volante obreril, en la que sustituyó los arrebatos de Manicero por la juventud y velocidad de Renato Zapata. Y por eso Pacífico, simplemente, esta vez no pudo.
Había anticipado Bazalar que en este partido adelantaría líneas, pero el esquema no sugirió eso. Fue el mismo cuadrado al medio, y con la misma gente, que contra Aurich y Alianza. Los cambios tampoco sugirieron movimiento: Cantoro entró como tercer delantero a falta de muy poco y Obregón, el velocista de la campaña de ascenso, entró ya casi solo como trámite estadístico. ¿Olcese no tiene un sitio si de jugar más ofensivamente se trata? Esta vez, Pacífico pecó de lineal: le jugaron tal como al cuadro rosado les gusta jugarles a otros, y por eso, si bien sigue invicto, no pudo saborear otro triunfo.
Fotos: Abelardo Delgado y Luis Chacón/ DeChalaca.com, Julio Cárdenas Sagástegui (Prensa Pacífico FC), Diario de Chimbote
