Roja a los racistas

Es saludable que Édgar Villamarín haya denunciado los insultos racistas que recibió en Cajamarca. No son muchos los jugadores se rebelan frente a estos abominables actos; algunos lo asumen como parte de la presión inherente e inevitable que nace en las tribunas.
Es necesario erradicar la idea de que el insulto racista sirve para presionar, cuando es una agresión tan condenable como arrojar una piedra o una bombarda. No es una palomillada, no es una pueril mentada a la madre ni una diatriba abierta contra determinado club. Que un estadio sea una ‘caldera’ no justifica que desde sus tribunas se denigre la condición de cualquier ser humano.
El insulto racista, recordemos además, no tiene como único destinatario al jugador. Cuando alguien insulta a Villamarín por su color de piel, insulta también a todos los espectadores de raza negra que pagan una entrada al estadio y que terminan siendo gratuitamente ofendidos.
Ciertamente, el racismo es un problema social que desborda al universo del fútbol y que parte, desde luego, de la ignorancia (basta recordar a algunos malos hinchas de Alianza Lima gritándole “Uh Uh” a Luis Guadalupe en la final de 2011, deshonrando las raíces de su propio club). Pero, así sea un mal de la sociedad, el fútbol debe enfrentarse al racismo por instinto de defensa. Resultó, por el contrario, bastante desagradable ver cómo en las redes sociales y en algunos medios de comunicación el tema de Max Barrios fomentó vulgares agresiones racistas al jugador, disfrazadas de sarcasmo.
Las comparsas y los mensajes de la FIFA (que rara vez se reproducen en nuestro país) quedan en saludos a la bandera si no se toman medidas concretas. Si el árbitro escucha insultos racistas durante un partido (si no los escucha, el cuarto hombre y el comisario están allí para advertírselo), debería paralizarlo de inmediato y no reanudarlo hasta que los insultos cesen. Si los insultos prosiguen, se suspende el encuentro y se sanciona al estadio. Y si el árbitro no hace nada, allí están los jugadores para sentar su voz de protesta, dejar la pelota a un lado y marcharse por propia cuenta a camarines (sería bueno, incluso, que el Safap comience a pronunciarse y plantear medidas gremiales ante esta lacra).
El fútbol debe ser tan inflexible con la violencia como con el racismo.
Foto: Jorge Cabanillas

acuerdense que la discrimancion puede ser de sexo, edad, raza,genero, nacionalidad, religiono preferencia sexual
En muchos paÃses se sanciona al club y al estadio, inhabilitando el estadio, o que juegue sin publico.
Yo no se si la gente de Cajamarca esta acostumbrado a jugar partidos distritales, pero esto es fútbol profesional, y se debe de tener un poco mas de respeto hacia los jugadores.
Negros, Blancos, Mestizos, Cholos, todos merecemos respeto, Esto no es Copa Perú, esto es Fútbol Profesional Peruano.
Él publico puede presionar, pero no haciendo uso de la agresión verbal.
Lamentablemente en todo el pais tenemos gente racista y que denigra y cree que presionar al rival es hacer escarnio del color de piel, apellido, inclinación sexual, rasgos fisicos, y otros temas mas del jugador rival. Recuerdo nomas que cuando joha sotil venia a Cusco a jugar contra Cienciano, de la tribuna algunos machazos (como algunos pocos que comentan en este espacio) le gritaban "johan sotil de ferrer" haciendo clara alusión al ampay que le hicieron a este jugador. Se hace mofa de temas personales de los jugadores y demas actores del futbol, pero vaya uno a saber quienes son los ofensores, de los cuales opino igual que algunos que se han manifestado: son gente con muchos traumas, que usan los estadios para volcar esa frustración y costal de cosas negativas que cargan toda su vida.
En fin, seria bueno se tomen algunas medidas, como en europa ya lo hacen. Oidos sordos a los que apañan el racismo. Primero que se vean al espejo y luego mediten.
Saludos