Foto: diario La Crónica de HuánucoQue San Martín y León hayan jugado en casa no tuvo efecto en su suerte: ambos fueron eliminados. Los equipos peruanos ofrecieron poco en la vuelta ante los ecuatorianos que supieron llevar mejor la presión del resultado para avanzar en la Sudamericana.

 

CON EL SANTO (y el ‘9’) DE ESPALDAS. Que la cantidad de seguidores de Emelec haya sido superior a los de la San Martín en el Monumental pareció ser un presagio del nivel de confianza que existía en el cuadro de Santa Anita. La confianza, precisamente, es un punto que al equipo de Ángel Cappa le ha pasado factura en las últimas semanas en las que anotó dos goles en sus últimos cinco encuentros desde que inició su participación en la Copa Sudamericana. Esa misma confianza es la que parece haber desaparecido (si es que alguna vez existió) entre el técnico argentino y Luis Alberto Perea, el goleador del equipo santo, que ante los ecuatorianos se la pasó calentando banca. Si no hubo empatía o si el colombiano no encaja en el paladar futbolístico de Cappa es tema aparte, pero de que la San Martín necesitaba a su ‘9’ no quedaron dudas ante la escasa producción ofensiva de su equipo luego de la marcha de Christian Cueva a Trujillo.

UN RIESGO EXCESIVO. Si en el primer tiempo la San Martín encaró al cuadro eléctrico con la decisión necesaria, aún con todas sus limitaciones, para emparejar la llave con el gol de Labarthe, esa actitud despareció casi por completo en la parte final como apostando a que los penales inclinaran la balanza a su favor pese a que al frente tenía un rival peligroso cuando se lo propuso. De haberse dado esa circunstancia, para el equipo santo hubiera sido la primera definición por esa vía en su historia, por lo que cabe hacerse la interrogante sobre cuánto temple habrían tenido sus jugadores para esa ejecución ya que, salvo por Leao Butrón y Gianfranco Labarthe (quien fue reemplazado por el ‘Chumi’ Álvarez), el resto del once que presentó Cappa carecía de esa experiencia. Al final, se puede decir que a los santos les dieron un poco de su propia medicina con un penal en los descuentos que truncó esa última posibilidad.

LA ALTURA LA SINTIÓ EL LOCAL. Acostumbrado a jugar contra equipos que antes que nada se preocupan en resguardar a sus jugadores de los efectos que el sol y los 1800 metros de Huánuco generan, enfrentar a Deportivo Quito fue un reto mayor para León ya que los ecuatorianos, lejos de amilanarse, salieron a buscar el partido desde el inicio apoyados en su costumbre de alternar en una ciudad con mayor altitud. Lejos del buen arranque que tuvieron con el gol de Vásquez, en el Heraclio Tapia los huanuqueños sintieron los efectos de un rival que estuvo a la altura de lo que un torneo internacional exige. Si bien el tiro libre de Quina al culminar el primer tiempo encendió la ilusión, al final León exhibió poca respuesta a los golpes en el campo, al menos insuficiente como para evitar verse superado tanto en el juego como en el marcador.

LA HISTORIA DE SIEMPRE. El espejo del fútbol peruano ya debe estar cansado de tanto reflejar la realidad en cada torneo internacional que disputan sus equipos. Con dos empates de local como máximo logro en esta Copa Sudamericana, la situación parece invariable por más alternativas que se le busquen. Para los seguidores del fútbol la expectativa siempre va a estar latente por ver una campaña como la de Cienciano en 2003, o quizás una más reciente como la decorosa participación de Alianza en la Libertadores hace dos años. Sin embargo, todo esto parece más una utopía vista la poca capacidad de los clubes por armar cuadros decentes, con el nivel de competencia necesario. No se trata de achacarle la responsabilidad a tres equipos, ni siquiera a seis, ya que todo el conjunto tiene la tarea de mejorar esto, aún cuando parezca haber tan poca voluntad de hacerlo.

Foto: diario La Crónica de Huánuco

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