Composición fotográfica: Roberto Gando / DeChalaca.comNo es cuento chino: la Supercopa 2013 de España se jugará en Beijing. ¿Qué tan favorable o contraproducente puede resultar la globalización total del fútbol?

 

Que el fútbol es un millonario negocio, pocos lo dudan. Por lo menos en Occidente, es una realidad palpable: fichajes millonarios, marcas que compiten por jugadores, y equipos que cada vez son más vistos como un producto. Pero, ¿hasta qué punto la avaricia puede derrotar a la pasión del hincha? El cambio de sede de la Supercopa de España nos permite reflexionar sobre una decisión que está robándose los derechos de la afición.

Made in China

Una escena de la última edición de la Supercopa de España que dentro de poco los hinchas españoles empezarán a extrañar (Foto: AP)Cual producto textil, el fútbol está siendo reformulado en Asia: China, nación con el segundo PBI más grande del planeta (10120 billones de dólares en 2010), gusta del fútbol europeo y regularmente contrata a los principales clubes de ese continental a realizar giras o pretemporadas por el país.

El caso concreto explota al confirmarse el contrato para jugar la final de la Supercopa Española  de 2013 en Beijing: así ocurrirá, cuanto menos, con cinco de las próximas siete ediciones de este torneo. La empresa controladora es United Vansen International (UVIS), un poderoso líder del marketing de capital originado en el mismo país asiático, que ha pagado la jugosa cifra de 35 millones de euros. Además, el contrato incluye que la selección de España juegue un partido en el ‘Nido de Pájaro’ antes de que acabe el año para agregar, a esa cifra, cinco millones más.

Para la Real Federación Española, todo resulta genial, pero, ¿con qué derecho se le quita al aficionado el derecho de  observar tal magno evento?

El imperio sigue creciendo

El auspiciador en la camiseta del Inter delata el interés del club, y el fútbol italiano, por encontrar nuevos focos para fortalecer sus finanzas (Foto: AP)Los chinos han logrado lo mismo con el equivalente torneo italiano, que, sin embargo, ya había negociado antes los derechos de su Supercoppa. En 1993, Estados Unidos le compró la final y esta se disputó en Washington. En 2002, la Supercoppa viajó a Trípoli (Libia), merced al interés de Lafico, la ostentosa empresa del hijo de Muammar Gaddafi, y al siguiente año volvió a Estados Unidos, para disputarse en Nueva York. Finalmente, desde hace tres ediciones, ya dos finales se han disputado en China.

Vale recordar que la fenecida Copa Intercontinental cambió su formato de ida y vuelta, para llegar a jugarse en Tokio y Yokohama.

¿Quiénes ganan?

Al final, los que ganan son los bolsillos, puesto que, incluso visto desde lo racional, los beneficios tampoco son consolidados. Este tema es sumamente perjudicial para el físico del jugador, como ya se demostró en anteriores temporadas, en las famosas giras a países exóticos por parte de los equipos más poderosos del continente europeo. Ante un calendario tan intenso, estos viajes resultan contraproducentes. Esta iniciativa ya la había iniciado Manchester United desde 1999 y hoy la continúan principalmente Real Madrid y Barcelona: esto deviene en jugadores fatigados ad portas de definirse la disputa de sus máximos torneos.

La pasión por el fútbol es enorme en China por lo que la expectativa de entrar en ese mercado resulta grande para varios clubes de Europa (Foto: AP)Incluso, lo más alarmante es que el horario de la Premier League se modificó para qué coincidiera con el prime time de la televisión de Singapur, merced a un contrato de venta de retransmisión televisiva por 1150 millones de euros a la empresa World Sort Club de aquel país.

La Supercopa Española y la Copa del Rey también han vendido sus derechos televisivos a países como Canadá, Reino Unido y Kazajistán.  Amén de los ingresos, ¿hasta dónde se puede influenciar el poder económico? Tal vez algún día terminemos viendo al Real Madrid convertido en el Real Beijing.

Composición fotográfica: Roberto Gando / DeChalaca.com
Fotos: AP

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