No son tiempos de brindis

La llegada de entrenadores con prestigio al fútbol peruano suele ser una buena noticia. El argentino Miguel Ángel Brindisi parece encajar en ese perfil: tiene una trayectoria de más de veinte años, que incluye a Boca Juniors, Racing, Independiente, Lanús y Huracán, además de dos experiencias en la liga española (Las Palmas en 1991 y Espanyol en 2000), dos en la mexicana (Atlas en 2008 y Jaguares en 2009), una en Ecuador (Barcelona de Guayaquil, con quien fue subcampeón de la Libertadores en 1990) y hasta una selección nacional (Guatemala). En1994, ganó la Supercopa, la Recopa y el Clausura con Independiente; conquistó dos títulos locales en Ecuador y otros dos con el Municipal de Guatemala. Currículum, como se ve, no le falta.
Sin embargo, su voceado arribo, cada vez más inminente, despierta más consternación que alegría. Revelaría que la gestión de Alianza Lima ya no es solo irresponsable: demostraría una pérdida rotunda del sentido de la realidad, sazonada con cinismo. Hoy Alianza, atrapado por deudas que se multiplican, no puede solventar a un entrenador tan caro. Ni siquiera puede considerarse una inversión, por la incapacidad de gestión que ha demostrado, y con creces, la directiva que encabeza Guillermo Alarcón. Lo comprueba el jale del chileno Fernando Meneses, jugador carísimo e inhabilitado para disputar la Copa Libertadores; lo comprueba la fuga masiva de jugadores (Luis Trujillo, Óscar Vílchez, Paulo Hernán Hinostroza, y siguen y seguirán los nombres) formados en las propias canteras que, por las deudas, se marchan de Alianza sin dejar un sol al club que los formó. Esto no es culpa del “mal corazón” de los futbolistas, sino de la desastrosa planificación de su directiva. ¿Cuántos meses más de deuda acumularán el plantel y los trabajadores del club por la llegada de Brindisi u otro entrenador igual de caro?
Lo peor es que no existe sustento futbolístico para despedir a José Soto. Condicionar su permanencia al encuentro con Vasco es un absurdo, sabiendo que una derrota en Río está, a priori, en cualquier cálculo. La única razón para hacerlo (esto resulta evidente) es que Soto se solidarizó con su plantel y con la huelga de la Agremiación, lo que debe haber causado más de una indigestión en el reciente aniversario del club (contra la tradición, los futbolistas no estuvieron presentes en dicho almuerzo). La salida de Soto solo abriría un nuevo frente de conflicto, mucho más radicalizado, entre jugadores y los dirigentes. Que Brindisi lo piense dos veces de aceptar.
En medio de esta coyuntura, tres nuevos directivos han renunciado (Eduardo Jane, Luis Hernández y Juan Espinoza); otro de los más incondicionales a Alarcón, César Pinatte, ha advertido que renunciará si echan a Soto. Esta coyuntura remite, como señaló Jorge ‘Coqui’ González, al éxodo masivo de dirigentes de la primera gestión de Alfredo González en la ‘U’, a mediados de los noventa. La contratación de Brindisi sugeriría que a Alarcón esto no lo perturba y que, al amparo de un nuevo proyecto futbolístico, su presencia en Alianza tiene todavía para rato.
Foto: apurogol.net
