Franja Bipolar: En pie de guerra
Ya sea desde el lado emocional o racional, quedó la sensación de calma pese a la derrota en Santiago. Perú mantiene como etiqueta un rostro insospechado hace algún tiempo: la capacidad de reacción. Eso es lo que destaca la afición y lo que se plantea DeChalaca.com.
El error de entrada desembocó en la fatalidad
DESDE LO EMOCIONAL. Que el miedo escénico, que siempre la misma historia; la presión se sintió y los jugadores entraron desorbitados. ¿O fue la desconcentración? Todos esos fantasmas que rondan sicológicamente al jugador peruano, desembocaron en un partido que todos sentimos estar muy cerca de empatarlo y ver una opción real en voltearlo. El cabezazo de Waldo Ponce nos agarró fríos a todos por más fantásticos que (no) seamos. Los “de vuelta a la realidad” nos ensordecieron.
DESDE LO RACIONAL. Perú saltó al Monumental de Colo Colo y, en el acto, le cedió terreno a su contrincante. Si en la previa se sabía que el negocio para los nuestros pasaba por aguantar los primeros 25' y, luego, aprovechar la velocidad de Farfán o Vargas para las contras (dado el constante asedio de Isla y Beausejour -los hombres que transitaron por sus respectivas bandas-), todo se desdibujó de plano con el gol de entrada de Ponce. Y es que Chile ya no iba a tener la obligación de adelantar sus líneas para acorralar a Perú. A partir de entonces había que recomponer rápidamente la estructura, pero la selección siguió desorientada. Así fue como cayó el segundo gol. Luego varió la perspectiva del partido con el vértigo en los dos frentes, pero la balanza ya estaba inclinada en nuestra contra a partir de las vacilaciones defensivas del inicio. Y eso nos pasó factua al final de los 90'.
Una vez más, la selección mostró capacidad de reacción
DESDE LO EMOCIONAL. Pasaron esos 20 minutos de sufrimiento, o como se dice en el argot criollo “ajustando”, y se vino lo mejor. Una gran reacción del cuadro peruano empezando a llevarse por delante a Chile con buen juego a ras de campo y mucha actitud a pesar del 2-0 en contra, esa que no se vio en la pasada Eliminatoria. Se acortaban los caminos y las distancias, Chile no fue ni es tan superior como nos quieren pintar los “realistas”, ni su chapa mundialista ni la presión de su hinchada agobió a la selección peruana, que mostraba un juego desenfadado.
DESDE LO RACIONAL. Una vez más se confirmó que en la era Markarián se trabaja, que el grupo ha captado perfectamente su mensaje (también el de Pablo Bengoechea y Óscar Aguirregaray, dos referentes de la estirpe charrúa ante situaciones adversas) y que no se debe claudicar pese a una eventual derrota. En la etapa de preparación antes de la Copa América el cuerpo técnico trabajó en diversos aspectos, pero le dio más fuerza a este punto en especial: mantenerse en una misma escala y no desmoronarse, algo común en anteriores procesos. Por eso es que la expedición a Santiago, pese al 4-2, dejó satisfecho a más de uno.
Ante la adversidad, los referentes pusieron la cara
DESDE LO EMOCIONAL. En los momentos críticos de un equipo, normalmente se ven a los que marcan la diferencia y se ponen el equipo al hombro. En Perú no sucedía esto en años; por el contrario, desaparecían y pasaban desapercibidos. Sin embargo, en el Monumental de Chile aparecieron y de qué manera. Apuntamos a dos nombres: Claudio Pizarro y Jefferson Farfán, jugadores que no emanaban gran compromiso en otros procesos. Hay pocos registros de Pizarro metiendo y jugando como ante Chile. Inventándose una jugada, un gol.
DESDE LO RACIONAL. Por ello también quedó la sensación de calma. Si ante Paraguay se apreció una estructura firme en cuanto al rendimiento colectivo, en Santiago el equipo adquirió un envión anímico a partir del empuje de sus jugadores más consolidados. En ese aspecto, Claudio Pizarro silenció a más de un detractor: fue el que batuteó el camino hacia la recuperación asumiendo su rol de capitán y experimentado, lo cual automáticamente desembocó en el primer descuento. El 'Bombardero', en la última etapa de su carrera, pretende resarcirse de sus infortunadas noches con la blanquirroja y por el momento tiene el dedo de aprobación. Lo propio pasa con Jefferson Farfán, Paolo Guerrero y, si desea que aparezca en la misma línea de rendimiento, Rinaldo Cruzado, otro bastión que ha ganado la selección peruana en la medular. El único que quedó en debe es Juan Vargas (aparentemente por problemas físicos), pero de él ya se conoce su rendimiento con la bicolor cuando está en su real dimensión.
¿El árbitro tuvo la culpa?
DESDE LO EMOCIONAL. El árbitro Raúl Orosco no le dijo a Vargas que ya no corra porque no está en su mejor punto físico, tampoco le dijo a Rodríguez que era un partido amistoso y podía sobrar balones. Menos le dijo a Fernández que se apure y cometiera un penal claro. Pero no cobró hasta dos manos claras dentro del área, se dejó llevar por el público y jugadores chilenos. No jugamos en contra del árbitro, sino de su incapacidad. Los partidos lo juegan los jugadores, el técnico y los hinchas, pero también los dirigentes.
DESDE LO RACIONAL. Es el argumento más facilista para disimular una derrota (se aplaude que la selección haya hecho caso omiso a este vicio recurrente) y también para vender y variarle la retrospectiva del partido a la afición. Es cierto que el arbitraje de Orosco fue pésimo, que se comió dos penales y que tuvo tendencia localista, pero jamás se le puede atribuir a su desdichada actuación como el punto de inflexión para nuestra derrota. No hay que hacer tanto drama y, por el contrario, hay que ser reiterativo: la selección perdió por su descompensación defensiva en el arranque.
La afición supo digerir la derrota
DESDE LO EMOCIONAL. Luego de ver el partido entre Venezuela y Argentina, se escuchó la frase “prefiero perder como lo hizo Perú que como Argentina”. Claro, matemáticamente no es favorable, pero en lo anímico sirve. El hincha de la selección -y no por esto puede dejar de ser objetivo- entiende que esto fue un traspié, que el equipo no solo mostró garra: también buen juego. Así como en Chile los seleccionados peruanos se fueron entre aplausos y ovación general de la tribuna peruana, en territorio nacional varios aplaudieron, a pesar de los errores, que se dejó todo. Empezamos a entender que podemos perder, pero no por eso dejar de luchar.
DESDE LO RACIONAL. Lo que se está viviendo es un cúmulo de sensaciones que vienen precedidas de una aceptable presentación en la Copa América, lo cual le ha otorgado un aura de aprobación al proceso de Sergio Markarián. Su discurso persuasivo y tenaz ha hecho que el aficionado común y corriente pierda la clásica intolerancia que comunmente abrigaba la derrota de nuestra selección. Y como es obvio, la labor colectiva del equipo sigue llenando los ojos y brinda un valor agregado de que, en este Eliminatoria, estamos para competir.
Composición fotográfica: Kenny Romero / DeChalaca.com
Mostrar/Ocultar comentarios
si peru no gana en casa a colombia, chile, venezuela, ecuador....no mereceria ir al mundial
Suena fatalista, pero si el "Mago" no encuentra solucion al problema defensivo en los proximos dos años nos vamos a terminar quedando sin nada a pesar de nuestros "cuatro fantasticos" Cruzado. Me gustaria ver el proximo año a Guizasola-Zambrano-Rodriguez-Vilchez cuando juguemos en casa, y linea de 5 con Vargas a la izquierda y Revoredo de stopper como visitantes. Ojala empecemos por sumar en Quito.