Foto: El Comercio de EcuadorSe acabó la vida de los equipos peruanos a nivel internacional en 2010. Y terminó de la peor manera, con dos resultados globales abultados y una goleada del equipo que, se supone, es el mejor representante nacional en este último lustro.

EL VELORIO I: El 'Rojo Matador' ganó y celebró (créalo). Se olvidó del vergonzoso 9-0 en la ida para festejar el 2-0 en la vuelta, como si fuera la victoria de la clasificación. “Amor al deporte” pregonaban en una cadena internacional, mientras que acá la mayoría sentenciaba los festejos de cada gol. Lo cierto es que Sport Huancayo salió a limpiar un poco su pisoteado nombre a nivel internacional. No daba para los bailecitos ante el muerto, como lo hizo el colombiano Héctor Fabián Ramírez; pero sí daba para el abrazo fraterno (en el autogol) con los compañeros, como diciendo: “tranquilos, lo peor ya pasó”.

EL VELORIO II: No se podía prever una goleada de semejante magnitud. La confianza en San Martín era plena, pocos le reprochaban el rendimiento que venía teniendo en la Sudamericana. Empero, el cuadro albo terminó pagando el precio de sus victorias ajustadas, desordenadas y que dejaban sabores agridulces. No corrigió. En el Monumental, ante Deportivo Quito, todos salían con la euforia de la remontada con una espectacular chalaca de Germán Alemanno. En el siguiente partido, nuevamente en Lima, la historia fue casi la misma; con menos emoción, pero más sudor. En Guayaquil, no encontró la piedad que le tuvieron en anteriores encuentros. Emelec se aprovechó de su santa inocencia y de sus lagunas de actitudes, y le dio cinco estocadas, que duelen. Tal vez no llegue al aeropuerto y sea insultado como sus pares que vinieron de Montevideo, pero no será bien recordado.

LOS BOCADITOS: Escasearon. Poco queda para elogiar de las participaciones coperas en esta segunda ronda. Sport Huancayo, nada, ni la experiencia le sirve. De San Martín, la rebeldía de pocos, la que fue constante y la que no se dejó llevar por la de los demás. Pablo Vitti, luchó y jugó, prepoteó y ganó; sin duda, el hombre más descollante del elenco santo. Germán Alemanno, en sus luchas inalcanzables tras el balón y con este. Leao Butrón, quien se comió 10 en cuatro partidos, pero salvo el doble. Y unas líneas más para Christian Cueva, quien nunca se amilanó y le cambió la cara siempre que entró. Si en tienda santa no quieren que le digan 'Cuevita', entonces que ellos mismos dejen de verlo así.

EL CAFÉ I: En Huancayo ahora lo incontrastable será la goleada en Montevideo. No quepa duda que la falta de vergüenza deportiva en Uruguay le costará una mancha imborrable a todos aquellos que fueron partícipes de aquel partido y del club en este lapso. Comienza un nuevo periplo, el de Roberto Mosquera; pero que a ningún dirigente se le ocurra sacarlo si es que hace una buena campaña, porque esto ya parece costumbre y lo terminó pagando el 'Rojo Matador'. Dos se fueron sin razón alguna, José Ramírez Cuba y Cristóbal Cubilla (en su primer periplo), otro le siguió, dejando la misma incertidumbre, Rafael Castillo. Será que en Sport Huancayo, los resultados no son los que mandan y son los gustos de otros los que lo hacen.

EL CAFÉ II: San Martín que no se duerma en sus laureles; ya se sabe que es un club serio, que trabaja bien en divisiones menores y que quienes están al frente de la institución son personas pudientes. Sin embargo, esto no basta si no se corrigen los errores a tiempo. Ya le ha pasado antes en sus participaciones internacionales: inicia bien su camino pero lo termina horrible, de mala manera (goleada ante River en 2008 y pobre actuación ante Gremio en 2009). En la Sudamericana fue más de lo mismo. El cuadro albo ha mostrado serias limitaciones en defensa en estos cuatro partidos. ¿Extrañó a Josepmir Ballón? Sí: nunca encontró el reemplazo ideal, a ese jugador que equilibre el andamiaje santo cuanto toque replegar después de un ataque, cuando toque cubrir las espaldas del cansino John Hinostroza o de algún lateral, cuando a alguien le toque meterse entre los centrales -como actualmente lo hace en River- y cuando uno de los zagueros salga a cortar y se quede en el camino -como lo hizo Christian Ramos durante toda la Copa-. Este San Martín pinta para ganar público, porque es carismático, porque volteó dos partidos y eso gusta a alguien que quiere sentirse orgulloso de vestir la camiseta de un equipo (llámese hincha); pero no enderezó el timón a tiempo. Cayó en el abismo de sus falencias que se escondieron con las victorias; a causa de ellas, San Martín murió en la Sudamericana 2010.

Foto: El Comercio de Ecuador 

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