Minuto 53: Cuba libre

Para el hincha común, Cuba y fútbol hacen una suma equivalente a nada. A lo mejor para los peruanos, en particular, suene al exótico destino futbolero que nos mantuvo a buen recaudo de Miguel Company -ahora ya de vuelta por estos lares- por cierto tiempo. Pero más allá de eso, muy lejano de los pergaminos deportivos que la isla caribeña ostenta en otras disciplinas como el vóley o el béisbol, por citar solo dos ejemplos.
En realidad, Cuba sí tiene historia futbolera, y estadísticamente importante. Fue el primer país de Centroamérica en disputar una Copa del Mundo, en 1938. Y si bien no llegó a ella por méritos propios, ya que los seis países (entre ellos Colombia) que debían eliminarse con su selección en la ronda clasificatoria americana renunciaron a competir, sí dejó una enorme huella. Inscrita para siempre en Toulouse, Francia, la tarde del 9 de junio de 1938, y sellada un minuto 53 por un protagonista al que los registros oficiales ubican como Tomás Fernández, aun cuando existan varias versiones al respecto.
Minuto 53
En la primera ronda del Mundial galo, equivalente a octavos de final, Cuba debía enfrentarse a Rumania, el 5 de junio. Una inesperada sucesión cambiante de goles que llevó el partido hasta suplementarios echó por tierra los pronósticos del técnico rumano Alexandru Savulescu, quien había calculado que su equipo anotaría entre siete y ocho goles a ritmo de entrenamiento. En realidad, debió esforzarse en extremo para dejar el partido en 3-3 gracias a un gol de Dobay, que forzó la realización de un partido extra al cabo de los 120 minutos de juego, ya que por la época no existían los penales.
Lo que no existía, tampoco, era demasiada precisión respecto de los ágiles cubanos que habían logrado tremendo resultado. Al autor del segundo gol, por ejemplo, se lo conoció por años como "José Máquina" en diversos libros mundialistas, pero su nombre correcto era José Magriñá. Además, la FIFA concede los otros dos tantos del partido al delantero -este sí tiene bien el apellido- Héctor Socorro, más allá de que muchos libros consignan a Juan Tuñas, apodado el 'Romperredes', como anotador de un tanto en ese partido. De hecho, Tuñas, radicado en México y último sobreviviente de los 16 integrantes de la delegación cubana en el Mundial, fue homenajeado en su país en 2005, y en sus declaraciones se autodescribió como autor no solo de uno, sino de dos goles, el segundo en el partido definitorio jugado cuatro días después.
Lo concreto es que en el mismo estadio Chapou, el 9 de junio, cubanos y rumanos se enfrentaron por segunda vez. Stefan Dobay, otra vez, apareció y puso arriba a los tricolorii, pero al volver de vestuarios, en solo dos minutos, Cuba le dio vuelta al marcador. Héctor Socorro, primero, y Tomás Fernández, en definitiva a los 53', sellaron el 2-1 que les dio a los rumanos pasaje de vuelta y clasificó a Cuba a cuartos. En línea con las ambigüedades -y a falta de registro videográfico-, algunos libros dan como autor del tanto que acá nos ocupa a Carlos Oliveira y otros, al mismo Tuñas, que tiene su versión para el tanto: una carambola en el área chica que le quedó suelta para disparar a las redes con prisa.
Pero creámosle -como es materia obligada- a la FIFA y asumamos que el gol fue de Fernández, un delantero del que solo se sabe que nació en 1915, que su segundo apellido era Ruiz y que militaba en el CD Centro Gallego de La Habana, como la mayoría de sus compañeros. Y claro, que amargó a Rumania, país que considera su derrota ante los caribeños como el más grande desastre futbolístico de su historia. El diario Gazeta Sporturilor de Bucarest ensayó entonces una explicación: "Los cubanos denotaban más entusiasmo: su juego desordenado, pero animado y rápido, contrastaba con el juego monótono del equipo supuestamente más técnico, que quería hacer una demostración antes que ganar un partido". Cosas que pesan -y pasan- en los mundiales.
Fotos: revista El Gráfico Argentina, Editorial Océano
