El sobrino Lukas
Con dos goles convertidos por Lukas Podolski a su país de origen, Alemania derrotó 2-0 a Polonia en Klagenfurt y empezó con el pie derecho -o izquierdo, dado el goleador- su participación en la Euro. El equipo de Leo Beenhakker hizo más resistencia que de costumbre a los germanos, pero careció de la contundencia que sí tuvo la Maanschaft para matar en momentos decisivos.
Tres polacos "tránsfugas": Teutones de doble bandera
¿En qué ha igualado Podolski a Oliver Bierhoff y Rudi Völler?
Foto: EMPICS
Un clásico de Europa Central que casi siempre se inclina hacia un mismo equipo. Eso era este Alemania - Polonia que acompañaba el almuerzo dominical. La expectativa: buen fútbol y triunfo del que siempre gana. El resultado: exactamente lo esperado. Más fanfarria: dos polacos de nacimiento en el once alemán, uno de los cuales -cual sobrino que reniega de la patria- anotó ambos goles. Historia perfecta para escribir emotivas primeras planas periodísticas, sin necesidad de mostrar fotos de decapitados como hizo la prensa polaca amarilla antes del cotejo.
IRONÍAS DEL PLANTEAMIENTO
Quedó claro que Leo Beenhakker revisó una y otra vez el video del partido que en el Mundial 2006 le ganó Alemania a Polonia en primera fase. Esto porque las propuestas de juego fueron casi similares en lo táctico, pero disímiles en la predisposición polaca.
Aquella vez, el equipo que entonces dirigía Pawel Janas se arrinconó atrás, tuvo a Boruc en una noche para nueve puntos y estuvo a un tris de llevarse el empate si no hubiera sido por un oportuno desborde de Odonkor que capitalizó Neuville. En esta ocasión, el holandés Beenhakker mandó a los suyos al frente, con Smolarek jugando como lo hace en la Bundesliga y dos volantes laterales de generoso despliegue, Lobodzinski y Krzynowek. Ni siquiera se inmutó con el relativamente tempranero primer gol de Podolski: siguió con el mismo libreto, convencido de que asustaría así a Lehmann. De hecho, lo consiguió vía remates de Lewandowski y Zurawski, pero con poca precisión.
Como fuere, Alemania era más. Con Mario Gomez entusiasta y Klose, más bien, siempre frío de cara al gol. Con el noble trabajo de Lahm en los desbordes por derecha -le ganó todas a Golanski, su eventual marcador- y Jansen haciendo su parte por izquierda. Y con un Ballack menos monopolizador del equilibrio del equipo que de costumbre, pero siempre caudillo y con ribetes de técnico en el campo.
A LA POLACA
Quizá ese menor protagonismo de Ballack haya tenido que ver con la posición de Podolski como volante por izquierda. Ello se hizo aún más notorio con el ingreso de Schweinsteiger por el defensivo Fritz, momento en que Alemania acentuó su carácter ofensivo por las bandas. Boruc era figura otra vez y pese a que Polonia controlaba la pelota por momentos, todo estaba más cerca del 2-0 que del empate.
Así, el partido se definió a los 72' cuando Golanski coronó su mala actuación con la pérdida de un balón en salida que derivó en un centro de Schweinsteiger al corazón del área. Una pifia de Klose en el que debía ser el toque final le quedó perfecta a Podolski para empalmar una volea de zurda inatajable. Con el resultado decidido, Joachim Low mandó al campo a Hitzlsperger para aquietar las aguas y controlar el partido.
Si Polonia hace dos años estuvo a punto de sacarle un empate a Alemania sobre la base del mero azar, esta vez, con mejores argumentos, distó bastante de ello en la praxis. Para los teutones no solo fue el trámite de ganar un clásico, sino el inicio con victoria que no tenían desde 1996, año del último título europeo. Lo cual significa mucho, por cierto, en términos del nivel de los demás rivales del Grupo -por lo que, dicho sea de paso, Polonia sí podría tentar el segundo cupo- y del envión anímico inicial que requería un candidato de siempre.
Leer más...
Tres polacos "tránsfugas": Teutones de doble bandera
¿En qué ha igualado Podolski a Oliver Bierhoff y Rudi Völler?
