El Celtic de Brendan Rodgers, guardiolista confeso, se lavó la cara y le planteó un partidazo al Manchester City en Glasgow. Un punto no basta para reverdecer los viejos laureles del club católico, pero sí para respaldar la apuesta por el técnico norirlandés, también influido por Mourinho en su formación.
    Roberto Castro | @rcastrolizarbe
    Director General

Toma y daca en secuencia. Primero de pecho Dembelé -cuasi homónimo del seleccionado belga, pues este es "Moussa" con doble "s"- y, 9 minutos luego, Fernandinho encontrándosela en el área. Después Sterling en propia puerta a insistencia de Tierney y 8 minutos después, el propio Sterling en la otra puerta, donde le correspondía. El siguiente turno fue de Dembelé, otra vez, ahora de notable tijera; y nuevamente 8 minutos pasaron para que Nolito, brilloso como su diminutivo, cerrara guarismos con un 3-3 espectacular que pudo moverse hasta el final en cualquiera de los dos arcos.

El Celtic de Brendan Rodgers estuvo tres veces arriba del Manchester City de su confeso ídolo, Josep Guardiola. Es cierto que le empataron igual número de ocasiones, y eso para Rodgers no es un recuerdo agradable precisamente: tres empates consecutivos 1-1 luego de haber estado sendas veces arriba en el marcador en la Premier League fueron la causa de su despido en el Liverpool en octubre de 2015. Pero en línea con su convicción de que el Celtic es un club muy grande en Europa y como tal debe plantar pelea a quien lo visite en su casa -declaraciones que hizo al llegar a Glasgow, cuando le preguntaron si se trataba de un paso atrás en su carrera-, Rodgers siguió yendo adelante: si Guardiola adelantaba a Zabaleta y Clichy, él retrucaba circundando el campo con Lustig y Tierney, lo que hacía que el partido fuera vistoso y abierto.

Pero Rodgers, como bien lo definió hace algunos meses Patrick Boyland en The Guardian, es un guardiolista al que el tiempo le ha conferido una dosis de relativo pragmatismo -como que además de leer a 'Pep' y admirarlo, hizo sus pinitos como técnico en el Chelsea como entrenador de juveniles por invitación de José Mourinho-. Por eso puede ser fiel a sus convicciones sin llegar al punto de desconocer cuáles son sus limitaciones y, ya que dirige a un equipo que no tiene los astros del City, cuando el físico arrecia tiene que saber cerrar filas y echar mano de sus cartas de experiencia. Como el portero Gordon, impecable en las respuestas del final, sobre todo ante un remate a boca de jarro de Güngdogan. Y sobre todo, de un Kolo Touré decidido a sacar cara por su familia y, más que con improperios como el polémico agente de su hermano Yaya -confinado a la congeladora por Guardiola-, responderle a 'Pep' despejando cada balón con la energía de sus tiempos mozos.

Rodgers, el enigma de un guardiolista pragmatico. (Foto: AFP)

Así, el Celtic se lavó la cara de los siete goles recibidos en el Camp Nou: con personalidad e identidad fuerte del que sabe que su camiseta pesa, pero acompaña esa convicción de responsabilidad y conciencia de las limitaciones. Quizá la fuerte lección que le dejó la visita a Cataluña a Rodgers -en la que Ter Stegen le atajó un penal a Dembelé cuando la cosa iba 0-0- fue que por mentalidad sólida que se tenga, cuando el rival tiene mejores jugadores hay que aceptarlo y, en un momento, pensar más en no dejarlo jugar que en otra cosa. Esta vez el cuadro católico jugó, pero principalmente con la idea de no dejar jugar a un rival superior, camino que podría ser el óptimo para un equipo obligado a ser doble cara: una en la Premier League escocesa -acaso un rostro ofensivo y guardiolista- y otra en la Champions League -quizá más calculador y mourinhista-.

Orejona a la Música

MUY CHOLISTA. El Atlético de Simeone sigue un libreto marcado y su solidez se basa en hacer lo suyo: destruir el juego de los rivales, apuesta válida y reglamentaria. En esa línea, el Vicente Calderón vio caer al Bayern de Ancelotti, que dispuso de varias chances -Oblak le sacó una de modo impresionante a Müller, a boca de jarro- pero no tuvo la efectividad que sí alcanzó el belga Ferreira Carrasco para marcar el único tanto de la noche. La eficiencia colchonera llegó al punto de estar cerquísima de un segundo tanto vía un penal que Griezmann estrelló en el travesaño luego de que Filipe Luis -el mejor del campo- hubiera, con maña, forzado una falta de Vidal. Al final, Neuer terminó parando balones en el mediocampo para impulsar a sus compañeros a un empate que no llegó, pese a que la derrota no deja mal parado al Bayern: el empate que el PSV le robó al Rostov en Rusia mantiene al cuadro bávaro en el segundo lugar del grupo D.

Con angustia, el Barcelona se impuso al Monchengladbach. (Foto: AFP)

LOS OTROS PERFECTOS. Además del Atlético (y el Leicester, que lo logró el martes), dos clubes ostentan puntaje perfecto al cabo de la segunda jornada. Uno el Barcelona, que con ciertos apuros sacó tres puntos de su visita al Borussia Mönchengladbach, el cual se había puesto arriba con un golazo de Theogan Hazard -el hermano menor de Eden- tras lucida maniobra colectiva; Arda Turan, quien vino del banco, recibió un pase mágico de Neymar para igualarlo y luego Piqué, en una de sus clásicas carambolas, consiguió un 1-2 que para estos tiempos de desnivel luce muy ajustado. El otro es el Nápoli, que lidera en solitario el Grupo D luego de que el Besiktas no pudiera en casa con el Dynamo Kiev. El cuadro celeste aplastó en el San Paolo por 4-2 al Benfica de André Carrillo -fue titular jugó 67 minutos- con notable actuación del belga Dries Mertens, autor de dos tantos, y de la mano de su conductor Hamsik parece firme candidato a seguir avanzando.

TIENE BALAS. Por algo es el Arsenal: las disparó esta vez Theo Walcott, a quien le bastaron 26 minutos para liquidar por partida doble al Basel en Londres y mantener al cuadro gunner arriba de las posiciones del Grupo A. Su colíder es el PSG, que sufrió en Sofía contra el entusiasmo del Ludogorets: tuvo que aparecer el líder del mediocampo parisino, el todoterreno Matuidi, para poner las cosas en orden cuando el primer tiempo se extinguía con los de Emery abajo en el marcador. En el complemento, Cavani puso las cosas en orden, aun cuando partidos como este, el de Mönchengladbach y el que el Sporting hizo en el Bernabéu en la fecha 1 sugieran que esta Champions tiene equipos minnows dispuestos a ofrecer más pelea que de costumbre, lo cual es muy sano para la competitividad de un torneo que en su pasada edición tuvo una primera fase demasiado dispareja.

Fotos: AFP; EFE


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