Europasión - Fecha 1: Vocación por la antipatía
De los esfuerzos que el Manchester City pareciera a veces hacer por caerle mal al mundo del fútbol, pese a tener sobrados recursos -deportivos- para alcanzar un protagonismo que le es esquivo en Europa.
Fernandinho para Yaya, Yaya para que trepe Kolarov, pase largo a Nasri, toque corto de taco otra vez para Yaya, más fútbol con Fernandinho, relevo con Sterling, pase abierto a la derecha para David Silva, diagonal rápida para Bony pero como este anda marcado, nuevo retroceso hacia Sterling y prosigue el circuito. Hacia la media hora del primer tiempo en el Ciudad de Manchester, Manchester es la ciudad del fútbol y su cielo nocturno es celeste.
No es casual lo de este City de Pellegrini a esas alturas de la jornada. Cinco partidos jugados en Premier, cinco ganados: como para que a fin de año nadie le diga, como en 2012 o 2014, que campeonó solo porque los rivales se cayeron sobre el final y porque la billetera ancha del jeque Mansour bin Zayed Al-Nahyan le permite tener un plantel más grueso para soportar campañas largas. La 'Juve', en esta época sin Pirlo y por ende sin romance, es dominada por un equipo que no solo juega vistoso, sino que sugiere estar en camino a un destino europeo con un horizonte distinto de los sinsabores de los últimos años.
No obstante, al City algunas cosas le cuestan. Como ser empático con el resto del mundo. Lo tiene todo para ganar y liquidar, pero Bony se esfuerza por marrar una tras otra. El hincha del City y el que no lo es pero sí reconoce en el banco a un goleador notable, excluyente como Agüero, se pregunta por qué no está en la cancha. "¿Pero no estaba lesionado?". Pues entonces, ABC de la banca -de suplentes-, la pregunta es por qué está allí alguien que médicamente no está en condiciones de jugar. En el campo, el marfileño la sigue perdiendo y la gente, desesperándose.
Hasta que entra. Alguien traza el camino. Es momento de que aparezca un caudillo, un líder. Un adalid de la zaga que tiene lo que a este equipo ciudadano a ratos parece faltarle: mística. Kompany, un veterano de solo 29 años con banda de capitán bien al hombro, la manda adentro. Pero la tirana TV dice no: no fue así. El belga se apoyó en otro mariscal de la zaga, más ducho que él, y se aprovechó de su (poco conocida) nobleza. Chiellini fue víctima de una falta que por más que se la grite a rabiar al réferi Skomina no se cobra. Gana el City, pero no gana bien: pese a haber sido superior, lo hace con truco, con trampita. Disgustando.
A esa hora de la noche, el traje de villano, de niño rico mimado con túnica es el que envuelve el cielo de Manchester. Pellegrini mira al lado y no hace gestos de querer cambiar algo. Bony las sigue marrando y de pronto, como un fantasma de túnica aun más densa, se extiende la larga pierna de Mandzukic para conectar y silenciar. Para que grite Turín y grite el mundo que cree que el fútbol debe aplicar una justicia que por definición le es ajena y que por tanto ese partido no debía ganarlo el que en realidad había sido mejor.
A Pellegrini le importa poco el juicio de valor y entonces, sin resquemores, le pide al 'Kun' que caliente. En las redes sociales se gradúan de médicos a distancia en curso acelerado millones de personas, y en el campo hay uno que se impone a todos y les muestra diploma de goleador. Se llama Álvaro, se apellida Morata y aunque en su Bernabéu de origen haya un Cristiano presumiendo de su hat trick, él refuta que la cantera no debe ser olvidada con un golazo. Hart hurt. Manchester hurt.
Seis minutos y algunos trotes no bastan para que Agüero dilucide si fue el técnico, el doctor o el hincha el equivocado; pero claro, este último siempre tiene la razón, y por tanto encontrará algún villano en el equipo que una vez más se puso el traje de malo de la película. Bony se retira inadvertido, casi como actor de reparto, y la Ciudad, una vez más, mastica un sinsabor europeo. Que si se quiere elevar a categoría de fracaso solo admite un contexto: el de proyecto de equipo cuyo juego, por lindo que sea, complota contra sí mismo en su intento de caerle bien al mundo.
Orejona a la Música
MANCHA DOBLE. La gran sorpresa de la jornada estuvo en Eindhoven y a costa de un nuevo golpe duro al orgullo de Manchester. Otra voltereta, diferente y muy amarga para Van Gaal, al que le pintó la cara el PSV antagonista de su Ajax querido. No sirvió el golazo de Depay, porque con un cabezazo con doble rebote fortuito -además de un foul cruento a Luke Shaw- el mexicano Moreno le cambió la faz al partido. El equipo de la Phillips no es ni por asomo el equipo de los tiempos de Cocu, Farfán o Koné, pero sí sugirió qué club no está para grandes aspiraciones en esta Champions.
MONÓLOGO DE LA CRISTIANDAD. Cristiano, de penal o de tiro libre, es infalible. Ese no es el problema. Sí lo es, en cambio, que exista tanto desnivel entre rivales europeos en instancias tempranas de Champions League, y que eso resulte repetitivo. El Shakhtar y su gran proyecto futbolístico de largo plazo se topa, como otros entusiasmos del Viejo Continenta, contra un campo de poder definido por los límites de la galaxia del Real Madrid. Y eso, cuando el fútbol no se entiende como un show de individualidades sino como un juego, inevitablemente aburre.
BAUTIZOS DE MINNOWS. Son de historias futbolísticas incomparables, pero para efectos de esta Champions League globalizada, eran los benjamines del martes. El Borussia Mönchengladbach volvió a los primeros planos al disputar por primera vez el torneo de la 'Orejona' en su actual formato, y el Astana kazano hizo su estreno en medio de la indiferencia general. Los dos consiguieron lo impensado: sostenerles al Sevilla y al Benfica, respectivamente, los empates a cero de visita en el primer tiempo. Empezando los complementos, Gameiro y Gaitán pusieron las cosas en orden e iniciaron sendos ritos bautismales para sus rivales.
Fotos: AFP
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