Composición fotográfica: Aldo Ramírez / DeChalaca.comEl proyecto de Antonio Conte de devolver al Inter protagonismo tanto en el Calcio como en Europa cobra viada: ganó por primera vez en Champions y, sobre todo, ya desarrolla un sello distinguible.

    Roberto Castro | @rcastrolizarbe
    Director General

La volea a contrapique de Nicolò Barella para, tras dos rebotes, tumbarse la estoica resistencia del Slavia Praga y en la agonía, desatar un suspiro de alivio en la Curva Nord del Giuseppe Meazza. Fue la primera postal de esta Champions League 2019/20 y también la primera relevante del periplo de Antonio Conte en la mitad neroazzurra de Milán. La señal infalible de que devolverle laureles a una camiseta con peso nunca es fácil, pero siempre es posible.

El Inter tiene que lidiar esta temporada con la sombra de llegar al decenio sin títulos y la omnipresencia de una Juventus dueña del Calcio. En medio del cambalache simbólico de entrenadores identificados con banquillos rivales que este año inundó la Serie A, a los neroazzurri les tocó un referente de la 'Vecchia Signora'. Pero Conte se ha tomado con propiedad el reto y entendido que, sobre todo, a este Inter le urge entenderse como un colectivo distinguible antes que como un depositario de figuras.

Por eso, las salidas de los Icardi o los Nainggolan no son únicamente dictámenes de los tifosi hartos de las poserías; se trata, esencialmente, de la señal necesaria de que en el nuevo proyecto interista nada importa más que el conjunto. Por eso Romelu Lukaku tapa salidas y arrastra marcas; por eso Diego Godín, con todos los galones del caso sobre el colchón de sus 33 bien jugados abriles, no le corre al reto de ser stopper y tener que moverse a tapar un lado sin la comodidad del líder de zaga central que suele corresponderle a alguien con sus credenciales.

Conte perdió el duelo ante Valverde pese a haber dominado al Barcelona un tiempo entero en el propio Camp Nou. (Foto: diario Sport) 

El mérito central de Conte, jugado un cuarto de la Serie A y media primera fase de Champions, ha sido atreverse a impregnar un sello y no cesar en el intento. Su 3-1-4-2 ha sufrido pruebas ácidas: en solo cuatro días, dominó por lapsos largos a los cucos de ambos torneos, pero acabó cayendo en los tramos finales. Al Barcelona lo sometió 45 minutos enteros con un ánimo vertiginoso, de quien tiene bien claro que podía pararse de tú a tú en el Camp Nou porque vamos, se trata del buzo que alguna vez vistió Helenio Herrera y porque Luis Suárez hubo uno primero en la historia y vestía de neroazzurro. A la Juventus, por el Calcio, le guerreó todo lo que pudo y estuvo a 10 minutos de sacarle el empate que ahora lo tendría en la punta.

Parte de evolucionar, pues, es aceptar que hay mejores a los cuales superar. Como lo interpretan sobre el césped los dos abanderados del proyecto Conte, Nicolò Barella y Stefano Sensi. Hechuras futbolísticas del Cagliari y del Sassuolo, porque en estos tiempos de globalización irrefrenable ambos son la muestra de que la Serie A puede seguir siendo fuente primaria de autoabastecimiento. Van, vienen, en el camino se detienen y siguen, porque son todoterreno. Pelean, hacen jugar y disparan. No son Cristiano ni Messi, pero sí hacen operar un sistema que necesita, para sostener su nivel vértigo, dos tipos plenamente activos detrás de los puntas.

Por todo eso, este Inter es solidario y sin caretas. Acaso inclusive obreril, aunque siempre consciente del garbo de su escudo. Una ecuación difícil de operar pero que explica en buena medida su triunfo sobre el Borussia Dortmund, el rival directo por el pase a unos octavos de Champions que la aventura de Conte necesita de manera imperiosa para legitimarse. Era su examen determinante, y lo saldó con creces vía un 2-0 contundente.

Candreva a grito pelado luego de consumar la victoria sobre el Dortmund. (Foto: Síntesis TV) 

Resta decir que para rubricarlo, lo consiguió con un gol muy significativo de todo lo expresado. Porque lo concibió el arquetipo en el campo del funcionamiento de ese sistema: un Marcelo Brozovic que es esa suerte de pieza maestra a partir de la cual funciona-todo-el-resto, como lo sugirió en la Croacia subcampeona del mundo y lo prolonga en su segundo hogar. Pase del 'Cocodrilo' en profundidad para la carrera de Antonio Candreva, ese que a los 32 pica como giovanili y acepta venir desde el banco cuando es necesario. Definición a la carrera, abrazo con la Curva Nord y nuevo pique, rumbo al banco, para abrazar a esos de chaleco que también esperan su oportunidad. Es que son parte del colectivo de una propuesta que, por lo visto, tiene bastante contenido.

Composición fotográfica: Aldo Ramírez / DeChalaca.com


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