Foto: APEl Manchester City toca y toca, pero con eficiencia: más que la posesión en sí, le importa tener la pelota con el claro norte de llegar al gol.

 

El City de Pellegrini no ha partido este 2013/2014 en la Premier como la vedette prometedora de otras temporadas, ni en la Champions como la amenaza que podría dar el zarpazo. Pero en línea con los antecedentes de su técnico, sí se muestra, acaso, como una propuesta con idea de juego bastante más definida y sobre todo con regularidad en el rendimiento, sumando todos aquellos puntos "ganables" que suelen ser los que al final de una campaña aseguran puestos protagónicos.

Y lo más interesante es que este equipo es una entremezcla del Villarreal pensador y contundente con el Málaga ágil y vistoso. Un equipo que juega fútbol y agrada: porque toca, porque construye, porque hay circuitos de esos que en Sudamérica, sobre todo, fascinan -aunque hoy la barcelonitis haya extendido el discurso a nivel mundial-; pero que, por esa autocognición de equipo no necesariamente grande, por no decir chico, que hereda Pellegrini de sus experiencias anteriores, tiene clarísimo que tocar la pelota por sí mismo no es un fin sino un medio para crear situaciones.

 


 

Así, el City que tercia en la Premier y que esta vez pasó por encima al CSKA -un rival de esos "ganables"- hace, en buena medida, fulbito: traslado en espacios reducidos y mucho, pero mucho toque antes de llegar a cada uno de esos cinco goles con que se despachó. Pero hace, sobre todo, fútbol, o fulbito productivo: no es la entretención del balón lo que lo concentra, sino cómo este llegará a los pies de Agüero, o de Negredo, o de Silva, o de Nasri para el toque final. Porque Nasri o Silva, por ejemplo, no le temen al pase largo si en algún momento tienen que tirarlo; porque Agüero, estando en el área y clamando ser tan de área como otros delanteros de moda en Europa, no tiene resquemores en irse al lado; y porque Negredo, en vez de ser un falso '9', constituye un falso '10': el delantero que retrocede a jugar detrás de otro para, cuando hay que dar el zarpazo, acompañarlo.

Así, este Manchester City de doble pivote (Yaya Touré y Fernandinho) a la francesa, con ida y vuelta, completa circuitos de fútbol más total que aquel que se concentra principalmente en tener la pelota para dominar los partidos. Porque no piensa sobre todo en tenerla, sino en algo más elemental: a quién y para qué pasársela.

Foto: AP

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