Ilustración: Lenin Auris / DeChalaca.com

Manolo Núñez | @Manolonf
Columnista Editorial

Es difícil en un país tan futbolero y ganador, ser referente de tu generación. Es todavía más complicado si lo eres de una que no terminó con los laureles de quienes te precedieron y de los que te siguieron. Ese es el caso de Michael Ballack (Görlitz, Alemania Oriental, 26 de setiembre de 1976) quien se alzó como la gran figura teutona casi desde su debut en el Bayer Leverkusen en 1999, pero que tuvo su debut profesional con el Chemnitzer en la Bundesliga 2 un 4 de agosto de hace veinticinco años.

Para el aficionado mundial, su nombre comenzó a sonar en los últimos meses de la temporada 2001/02. Curiosamente, ese 2002 también sería el año en que comenzaría su terrible fama de perder finales. En ese año, su Leverkusen llegó a pelear el título en las tres competiciones que disputaba: Champions, Bundesliga y DFB Pokal. En la primera, un golazo histórico de Zinedine Zidane lo dejó a un paso de la gloria europea. En el torneo regular, una última fecha accidentada terminó con el Borussia Dortmund alzándose con el título. Finalmente, el Schalke 04 le quitó el premio consuelo que hubiera significado la Copa nacional.

Ballack cerró 2002 con otro subcampeonato. Una Alemania con muy pocos nombres rutilantes y que venía de hacer un papel vergonzoso en la Eurocopa del 2000 terminó alcanzando la final en la Copa del Mundo de Corea/Japón, con el hasta entonces volante del Leverkusen como su mayor figura. Alcanzó a anotar tres goles durante la campaña mundialista, incluido el gol que depositó a los germanos en la final, pero su estrella se quedó sin disputar el partido definitorio por una acumulación de tarjetas amarillas. El '13' no fue el único jugador que pasó por esta cuádruple derrota en finales, pero sin dudas fue el más recordado también porque su carrera dio un giro en ese verano de 2002.

Su paso al Bayern München lo hizo formar parte de un equipo que ganó tres dobletes (Pokal y Bundesliga) durante sus cuatro temporadas. Ballack fue figura de ese cuadro bávaro que no logró alcanzar éxito a nivel europeo. Luego de una Euro discreta en Portugal, fue el capitán de Alemania en la Confederaciones y en "su" Mundial, en donde nuevamente condujo a la 'Mannschaft' hasta instancias finales. En ambos casos, los teutones sucumbieron en semifinales ante el futuro campeón (Brasil e Italia) aunque se quedó con el premio consuelo del tercer puesto.

El siguiente paso fue el Chelsea, luego de que el Bayern comenzara un proceso de renovación de plantel. En los blues su saldo no fue escaso en materia de títulos: obtuvo la Premier League en 2009/10, la FA Cup en 2008/09 y 2009/10 y la League Cup en 2006/07. Aunque el recuerdo mayoritario una vez más estuvo en las dos finales que perdió, nuevamente, en el mismo año. Así, los penales en la final de Moscú lo dejaron sin la gloria europea ante el Manchester United y, posteriormente, cayó también en la final de la Eurocopa 2008 ante España. Ambos finalistas europeos ya comenzaban a marcar la línea de lo que sería el futuro para las dos selecciones.

La descalificadora falta de Boateng a Ballack en el Chelsea - Portsmouth de finales de la primera década del siglo. (Foto: AFP) 

Pero mientras que Alemania se renovaba con los jugadores del proyecto que se había emprendido en menores en 2000, Ballack se despidió del gran escenario mundial con antelación. Una fuerte entrada de Kevin Prince Boateng en un partido por la Premier lo dejó fuera del plantel de Sudáfrica 2010. La acción fue muy comentada porque era sabido que Boateng había preferido jugar por Ghana antes que por Alemania, y ambas selecciones eran rivales de grupo. Pero la salida de Ballack coincidió con una nueva semifinal mundialista para su selección, en la que comenzaron a aparecer apellidos como Özil, Khedira o Müller, y a crecer las figuras de Lahm o Schweinsteiger. Su ausencia fue entendida como positiva, dado que le dio espacio a una nueva generación.

Regresó al Leverkusen para disputar sus últimas temporadas como profesional; pero un desencanto con Joachim Löw, seleccionador de Alemania, llevó a que nunca más usara la camiseta de su selección. Pese al ofrecimiento a jugar dos partidos para llegar a los 100, Ballack prefirió rechazarlos y los consideró una falta de respeto. Terminó retirándose en 2012, luego de dos temporadas finales con el Leverkusen, en las cuales las lesiones pasaron factura.

Aunque el estigma de "perdedor de finales" quedó en la cabeza del aficionado futbolero, lo cierto es que el 'Pequeño Káiser' fue la cara visible en las últimas horas oscuras que ha vivido la selección germana. Con un plantel discreto, el volante fue el líder que llevó a su selección a disputar dos finales y al podio en casa. Sin dudas, un análisis llegará a la conclusión de que fue el único jugador alemán de clase mundial durante la primera década de este siglo.

Ilustración: Lenin Auris / DeChalaca.com


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