Alianza - Aurich: Palanca de cambios
Alianza y Aurich empataron 1-1 en Matute en un partido tan cambiante como entretenido. El 'Ciclón' se enseñoreó en la primera media hora y se puso adelante con gol de Rengifo, pero los íntimos, muy a la uruguaya, igualaron vía Guevegozián y acabaron cerca del triunfo.
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Partidos cambiantes se ven muchos, pero unos que muten del claro al oscuro del minuto 1 al 90 no son muchos. Y por lo general, cuando se dan, son entretenidos. Así fue el Alianza - Aurich de la tarde sabatina: una historia que acabó de un modo radicalmente distinto de aquel en el que empezó, y que a la larga arrojó un empate de esos que la sabiduría convencional calificaría como merecidos pero que, más allá de la inexistencia de la justicia en el fútbol, en todo momento pareció el resultado menos probable por la fuerte presión que hubo sobre los arcos de Forsyth, primero, y de Goyoneche, después.
Aurich no fue superior, ni siquiera demasiado más durante la primera media hora de juego: fue sencillamente el único equipo de la cancha en ese lapso. No se trató solo de que el cabezazo de Rengifo se incrustara en el arco aliancista en la primera que el 'Ciclón' tuvo en ataque; fue bastante más en todos los sectores del campo. Rojas y 'Neka' Vílchez, desde la primera línea, frustraron cualquier intento de posesión de pelota aliancista y sobre todo tejieron una serie de toques y relevos posicionales que incluyeron a Viza, elegido como titular por encima de Mariño y Merino, como arquetipo de esos circuitos. Arriba, un tridente de nueves: Ovelar por derecha, Rengifo por el centro y Pacheco por izquierda configuraron a uno de los equipos más ofensivos de los que se tenga memoria no solo en los últimos años, sino quizá en décadas, desde que el 4-3-3 comenzó a ceder terreno como sistema preferencial de los técnicos. En estas épocas de falsos '9' y demás experimentos, el atrevimiento de Mosquera en Matute es más que elogiable.
¿Qué podía hacer Alianza ante tal vorágine? Pues por millaje de su equipo y por peso colectivo, poco más que solo resistir. Intentaba salir por momentos con Costa y con Landauri, con bastante más éxito en el segundo caso; pero Cuba y Céspedes lo taponeaban todo. Solo la historia comenzó a cambiar cuando Aurich bajó un poco las revoluciones y los íntimos se acordaron de que Guevegeozián es bastante alto para el medio y que podían tirarle algunos centros. Así, a los trompicones y a los balonazos en búsqueda del uruguayo, los íntimos se fueron al vestuario con un par de intentos sobre el arco del 'Ciclón'. Y apenas volviendo de él, un nuevo centro encontró al 'Armenio' en el área para sellar el empate. Y apenas en ese momento cambió el partido.
Cambió porque Alianza, a la uruguaya y a puro guerreo, logró ganarle al fútbol. Entraron Merino y Mariño, futbolistas de superlativo nivel para este campeonato y que le dan una capacidad de regate al 'Ciclón' inigualable por otros planteles del país, pero Sanguinetti también puso lo suyo para quitar y generar con Albarracín -que difícilmente pueda ser suplente en esta versión íntima 2014- en el campo. Peloteó, lanzó, intentó: siguió centrando Alianza y de a poquitos comenzó a arrinconar a Aurich contra su arco. El golpe de gracia fue el ingreso de Ponce, que así fragilito y sin prenderle todo el turbo es capaz de generar una expulsión como la de Céspedes y un penal como el que no cobró Michael Espinoza, de noche más desafortunada que mala.
Fue tan cambiante el partido que sobre el final, en un disparo de volea, Ovelar estuvo a un tris de anotar el segundo de Aurich y darle una vuelta de tuerca absolutamente fuera de libreto al que acabó siendo un buen empate. Y que deja doble conclusión: i) este Alianza es uruguayísimo y, aunque riñe con su estilo histórico, al menos tiene un estilo mejor marcado que en los años recientes y ii) este Aurich, con el R1 presionado, es enorme candidato al título.
Fotos: Luis Chacón / DeChalaca.com
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