La primera guillotina

Comenzó a las seis de la tarde del miércoles 15 de enero de 1969. Entre la brisa del verano, dos equipos salían al estadio Nacional con un escalofrío a las espaldas. Centro Iqueño y Mariscal Sucre: ambos, clubes limeños tradiciones, excampeones de la Primera División (Sucre en 1944 y 1953, Iqueño en 1957), exsombras de Alianza Lima; ambos, actualmente inactivos.
Vísperas de un velorio
Fue la primera vez, en campeonatos nacionales, que un descenso se definió a través de un desempate. El fin de semana previo, Iqueño lo había forzado: había derrotado 3-2 a Sport Boys y, con ello, alcanzado a los dinamiteros, que habían perdido 4-3 contra Defensor Lima.
Iqueño, dirigido por Juan Biselach, alineó con Eduardo Zegarra en portería; Juan Rubianes, Félix Heredia, Luis Maraví y Daniel Chávez en defensa; Eusebio Leiva, Víctor Gallegos y Walter Escobar al medio; Pedro Castilla, Luis Cruces y Roberto Reaño en ataque.
Sucre, en tanto, afrontaba el choque con un técnico de emergencia, pues Roque Caliba había renunciado, asumiendo en su reemplazo el volante Segundo Silva, quien cumplió doble función. Formó con Jesús Goyzueta en la valla; Fernando Grigoletto, Jorge Farfán, Jorge Ayo y Víctor Boulanger al fondo; el propio Silva, Néstor Balcázar y Pedro Ramírez en la volante; Moisés Chumpitaz, Manuel Mellán y Héctor ‘El Mono’ Valle en el ataque.
El verdugo fue Reaño
Sucre tuvo el dominio del primer tiempo, con Mellán como pesadilla para la zaga de Iqueño, pero con varias ocasiones desperdiciadas por su ataque. A los 41’, el árbitro Carlos Rivero Ángeles le anuló un gol a Mellán, de forma dudosa. Y dos minutos después, Iqueño dio el golpe de la muerte: Gallegos (habitual defensa, más adelantado que de costumbre) se proyectó por izquierda, dribleó en diagonal y remató al arco, pero Boulanger despejó a medias. El rebote lo tomó el zurdo Reaño, quien superó en la carrera a Farfán y superó a Goyzueta con disparo fuerte.
El segundo tiempo, Sucre se volcó en ataque. Arremetida tras arremetida, el empate se presentía en el ambiente, pero el arquero albo, Eduardo Zegarra, fue el héroe de la noche. Y, diez minutos antes de las ocho, el silbatazo de Rivero decretó el cuarto descenso de la historia de Sucre (había bajado en 1958, 1961 y 1963); esta vez fue el definitivo, porque nunca volvió.
Dramas fuera de escena
Pasadas las ocho de la noche, cuando Sporting Cristal y Juan Aurich jugaban ya la final del Descentralizado 1968, el camerino de Iqueño era total algarabía. Gallegos alzaba a Zegarra, todos se abrazaban y su presidente, Alfredo Swayne, lloraba de emoción. La realidad, sin embargo, fue que el drama solo se postergó un año, pues Iqueño bajó (al igual que Sucre, de manera definitiva) en la siguiente temporada.
En el vestuario dinamitero, abundaban los reproches. Silva, DT y jugador, declaró que “una falla nos costó el match y la categoría”. Las fotos mostraban a sus jugadores con las manos en la cara, para cubrir el llanto. El masajista del equipo, incluso, sufrió una crisis nerviosa y tuvo que ser atendido por los paramédicos.
Así se viven estos partidos. Casi siempre, son más dramáticos que una final por el título. Hoy, en Olmos, Unión Comercio y Pacífico conocerán este vaivén de emociones.
Composición fotográfica: Roberto Gando / DeChalaca.com
Recortes: diario La Crónica

vi el partido y querÃa decirle a la asociación que bajaran los dos un partido tan malo tenia que terminar con ese gol.
bye