La angustia hecha lepra

El capo: Un bombero vestido de azul y oro
En un partido sin rendimientos individuales sobresalientes, lo de Juan Sánchez Miño fue lo más destacado. El zurdo tuvo una sacrificada labor en la volante de Boca ya que debió apoyar constantemente a un Clemente Rodríguez flojo en las labores de marca. Además, Sánchez Miño fue uno de los pocos que se sumó al ataque para apoyar a Nicolás Blandi.
La clave: Restas que construyen
La expulsión de Clemente Rodríguez a los 58 minutos, lejos de perjudicar a Boca, provocó que el conjunto xeneize tuviera un mayor orden defensivo. Pese a jugar por más de media hora sin delanteros, Boca no pasó apuros ante un Newells que se quedó sin ideas para llegar con claridad al pórtico de Orión y no pudo traducir en el tiempo reglamentario su dominio en el juego.
En la dramática tanda de penales, la cual igualó la definición desde los 12 pasos más larga de la historia en torneos internacionales de mayores, bastante se vio marcado por la fortuna de los jugadores de Newells al ejecutar sus disparos. Si bien se entiende que los penales no son un azar sino el resultado de un trabajo, no se puede negar que hubo más de un remate que en circunstancias normales no habría entrado.
El jugadón: Moisés Román
Sobre los 76 minutos, Juan Román Riquelme regaló una gran jugada. El ex Villarreal salió de su campo con balón dominado y, tras eludir a cuatro rivales en un espacio reducido, limpió la cancha con una habilitación a Juan Sánchez Miño, quien luego complicó a Nahuel Guzmán con un centro que se abrió más de la cuenta.
El tapadón: Vale todo
No fue un tapadón propiamente, pero el valor de la jugada puede otorgar esta licencia. A los 53 minutos, Erviti ejecutó un córner que fue conectado por Nicolás Blandi de manera espléndida. Cuando el balón parecía entrar en el arco del cuadro rosarino, Milton Casco apareció providencial para rechazar el balón en la línea y así mantener el arco de su equipo invicto.
La cancha: Gama de matices
El Marcelo Bielsa de Rosario exhibió dos caras. Por un lado, exhibió toda la grandeza de una hinchada que se hizo presente para alentar a su equipo durante los noventa minutos, y cuyo clímax estuvo en el recibimiento del equipo: una lluvia de papeles salió de la tribuna y la asemejó a una imponente catarata. Por el otro, mostró la brutalidad de ciertas personas que no entienden que sus actos de violencia solo perjudican a su elenco: durante el partido, hubo tres paralizaciones porque hinchas de Newells le lanzaron objetos contundentes a los jugadores de Boca.
El duelo: Más te quiero, más te pego
Walter Erviti y Pablo Pérez sostuvieron uno de los duelos más apasionados de un partido parejo y friccionado. Ambos volantes chocaron en más de una oportunidad en territorio xeneize al punto de casi irse a las manos. La agresividad para la marca y su vehemencia en las jugadas divididas fue una constante en sus encuentros.
La calamidad: Nada Clemente
Flojo accionar de Clemente Rodríguez en la banda izquierda de Boca. El ex Estudiantes fue superado por Lucas Bernardi e Ignacio Scocco por su sector, y su discreto nivel obligó a que Juan Sánchez Miño tuviera que ayudarlo constantemente para cerrar dicha zona. Su mala jornada terminó coronándose con una tonta expulsión que dejó a su equipo con diez en el inicio del segundo tiempo.
Kazuki Ito: Un curioso Delfino
La cuarteta comandada por Germán Delfino cumplió un aceptable partido. Si bien el juez fue benévolo con el juego fuerte producto de un partido muy tenso y friccionado, aplicó el mismo criterio para el cobro de las faltas y la administración de las tarjetas. Justamente, la roja a Clemente Rodríguez no dio lugar a mayores reclamos. Lo curioso del accionar de los árbitros se dio al final del primer tiempo, cuando Delfino no hizo caso al tablero electrónico que marcaba dos minutos de tiempo adicional y acabó el partido a los 45 exactos.
Fotos: AP, Télam
Leer más...
