Y más rarezas: los goles olímpicos
La fecha quedó marcada desde la esquina.
Foto: diario La Industria de Trujillo
Dos goles
olímpicos en una misma fecha. Naturalmente, el de Mario Leguizamón, por la impericia
del arquero Juan Flores, distó mucho de ser una joya técnica. El de Luis
Cordero, en cambio, sí fue un elogio al arte y la sutileza. Por eso cuesta
emparentarlos nominativamente. Pero, al menos hasta que se incluya alguna nueva
terminología futbolística, el gol de Leguizamón califica como olímpico.
Tardan años
en llegar y posiblemente no se vea otro en el presente torneo. Sin embargo, el
campeonato peruano, con toda su medianía a cuestas, ha tenido expositores de
lujo en cuanto a esquina se refiere. Walter Daga, zurdo del Sport Boys, posiblemente
sea el ícono más reconocible para las antiguas generaciones. En el recuerdo de
las nuevas sobresale otra figura zurda y rosada, Carlos Kukín Flores, cuyos
goles olímpicos sufrieran Cienciano (1993), Ciclista Lima (1994) y Alianza
Atlético (2002).
En la historiografía reciente tienen un espacio ganado también otras anotaciones de este tipo, cada una con diversa factura. Citándolos al azar mnemotécnico: a) 1995: Julinho, con Sporting Cristal, ante Alianza Lima en el Estadio Nacional; b) 1998: Chiquinho, en el Elías Aguirre, en triunfo del Aurich sobre Lawn Tennis (4-1); c) 2000: John Willy Soto, también del Aurich, ante el Melgar, con evidente complicidad del arquero Christian Del Mar; d) 2002: Gregorio Bernales, de Universitario, marcando ante Coopsol el último gol olímpico que se había marcado en el Mansiche. Puede que falte alguno. Sírvase el lector a completarlo si así lo desea: al menos futbolísticamente, usted también tiene esquina.
