Estreno a la chilena
El primer partido de Miguel Ángel Arrué en el banco de Alianza Lima se saldó con un empate sin goles en el Monumental David Arellano de Santiago. Entre escasas variantes de juego y algo de pierna fuerte, el choque ante Colo Colo dejó poco para el análisis, más allá de las anécdotas solidarias que envuelven la relación entre ambos equipos.
Más en casa no pudo sentirse Alianza en el barrio de Macul. Con técnico y rival chilenos, el equipo íntimo no mostró mayores diferencias en su juego respecto de sus partidos de los últimos meses, y tácticamente tampoco hubo mucho que descubrir en la propuesta de Arrué: el 4-3-1-2, siempre con un enganche, un delantero abierto al lado y otro por el medio, fue el sistema dispuesto. Haciendo una comparación con sus Potrillos del 93, Saritama pretendió hacer las veces de Hinostroza, Viza se desplazó más rápido aunque con menos precisión que Marco Valencia, Benavides recibió la oportunidad de desplazarse por los lados a lo Muchotrigo y Maestri, sin duda, es la carta de gol que alguna vez supo llamarse Waldir Sáenz.
El partido, tal como estaba definido, tuvo cariz
amistoso, aunque con el correr de los minutos cayó en algunos momentos de
pierna fuerte que derivaron, incluso, en la expulsión del ex seleccionado
chileno Moisés Villarroel a los 79. Quedó claro que la premisa de Arrué era
asegurar un resultado decoroso en su debut, y luego de un arranque en que el Cacique
se abalanzó sobre el arco de Pinto, Alianza fue progresivamente maniatando el
juego y hasta se dio el lujo de crear alguna situación de gol con las siempre
complicadas subidas al ataque de Arakaki, quien antes había sido protagonista
al despejar desde la raya un remate del uruguayo Gustavo Biscayzacú. Este último
también pudo cambiar el marcador sobre la hora, pero el juez Jorge Osorio anuló
el tanto que consiguió por posición adelantada. Ya para ese momento habían
hecho su ingreso en la blanquiazul Christopher Soto y Jeickson Reyes, como
confirmando la prédica de Arrué acerca de las oportunidades que recibirán los jóvenes
en su periplo íntimo.
Al final, más que el fútbol, quedó para el aplauso la
solidaridad ofrecida por los colocolinos al ceder la recaudación del partido
(pese a la baja asistencia al David Arellano, las primeras noticias reportadas
por los medios mapochinos estiman unos 30 mil dóares en boleterías) a los
damnificados del último terremoto que sacudió Ica. Y además, el partido sirvió
para esterechar la profunda relación entre Alianza y el balompié chileno, que
tiene larga data. En 1935, uno de los mejores equipos íntimos de la historia,
aquel conocido para la posteridad como el Rodillo Negro, hizo una
extraordinaria gira por el país del sur. Entre el 17 de noviembre y el 29 de
diciembre de aquel año, el cuadro blanquiazul jugó siete partidos en territorio
mapochino, de los cuales ganó seis y empató solo uno. Dicha igualdad (0-0) se
produjo precisamente contra Colo Colo, al que había derrotado previamente 0-4,
con tres de los goles anotados en los primeros cinco minutos de juego. Uno de
estos tantos fue -vale leerlo bien- convertido nada menos que por Teodoro
Lolo Fernández, ídolo máximo de Universitario que reforzó a Alianza en
aquella gira. La campaña, además, es especialmente recordada por los cuatro
penales que durante ella atajó Juan El Mago Valdivieso, uno de ellos también
ante los colocolinos.
Definitivamente, eran otros tiempos, en todo sentido. Durante los últimos años, la unión entre Alianza y Colo Colo se estrechó más bien en circunstancias especiales. Por ejemplo, luego de la tragedia de 1987, cuando el cuadro santiaguino envió cuatro jugadores para reforzar las filas íntimas: el golero José Letelier, el zaguero Parcko Quiroz, el volante Francisco Huertas y el atacante René Pinto -condecorados en el entretiempo del partido de este sábado-. Un año después, para revalorar esa relación, ambos clubes disputaron dos partidos amistosos, uno en Santiago (2-1, descontó José Velásquez para los íntimos) y otro en Lima (0-0).
En 1995 se repitió el ida y vuelta con dos triunfos
colocolinos: 0-3 en Matute y 4-0 en Santiago.El primero es especialmente
recordado porque Teófilo Cubillas y César Cueto se vistieron de corto para reforzar
al cuadro íntimo, e incluso terminó siendo el último partido que el Nene jugó
alguna vez con el primer equipo del cuadro de sus amores. Luego de eso se han
visto las caras dos veces más: una en 1997 en Santiago con triunfo 2-1 para el Cacique
y otra en Lima el 2001 con idéntico marcador a favor de los íntimos, nada menos
que el día del centenario aliancista. Aquella noche de San Valentín, dos goles
del brasileño Palhinha dieron el triunfo a los blanquiazules, dirigidos por
Paulo Autuori. Ambos equipos, pues, tienen mucho para compartir, como para
confirmar por qué una vocal común encierra la inicial de sus máximos rivales.
