Foto: Prensa CBFBrasil jugó para entretener y, a partir de un mediocampo elegante y habilidoso, arrolló a Uruguay mientras quiso. El 3-1 fue reflejo de la desaceleración en el segundo tiempo del ritmo de un equipo que parece confiado de pasar por encima a sus rivales en este Preolímpico.

    Roberto Castro | @rcastrolizarbe
    Director General

A falta de 8 minutos para el final pisa el campo Reinier y así el astro en ciernes -recién fichado por el Real Madrid- resume lo que es esta selección brasileña Sub-23 de André Jardine: una que da espectáculo como y cuando quiere. Que maneja tiempos, como para salir en ambos tiempos insinuándole a Uruguay que podría encontrar espacios para pegar, casi como quien suelta una carnada para que la víctima caiga redonda. Así sucedió en Pereira: si Juan Manuel Sanabria erró un gol temprano, pues la respuesta de Pedrinho fue rápida y demoledora. Lo que vino luego fue el show del medio verdeamarelho durante todo el tiempo que sus talentosos volantes quisieron: Bruno Guimarães manejando tiempos, Mathehus Henrique luciéndose como arquetipo y el tridente Antony - Pedrinho - Paulinho en un baile estupendo. Bajaron tanto el ritmo cuando sintieron que era suficiente que si Pepê se lució para rubricar el tercero con un golazo fue porque él venía del banco y quería mostrar lo suyo. El 3-1, por tanto, no fue reflejo de algún defecto de Uruguay: solo del ritmo que Brasil, a partir de su superioridad, tuvo la gana de imponer.

La Pizarra: Líneas demoledoras

Brasil: André Jardine apeló al 4-2-3-1 con una variante clave respecto del triunfo ante Perú: la entrada de Matheus Cunha por Yuri Alberto, que imprimió un diferencial ofensivo relevante. Con el ariete del RB Leipzig, más acostumbrado a buscársela por su cuenta, el tridente de segunda línea pudo operar con libre inspiración. Los cambios no alteraron el sistema y de hecho en particular Bruno Tabata emuló lo que venía haciendo por el carril derecho Guga, altamente proyectado por la banda al igual que Caio Henrique por izquierda.

Uruguay: El 4-trapecio-2 de Gustavo Ferreyra se vio opacado por el magnífico planteamiento brasileño. Sin embargo, podría decirse que en la primera línea sí hubo algo por debajo de lo esperado: ni Facundo Waller ni Nicolás Acevedo proveyeron la seguridad que sí habían ofrecido contra Paraguay y quedaron algo desdibujados. Sanabria fue quien más se conectó con los atacantes, aunque solo el ingreso de Federico Viñas para la última media hora de juego mejoró la conexión con ese sector del campo.

El Capo: Un nuevo patrón

Matheus Henrique domina el balón seguido por Rodríguez. El volante brilló y marcó un diferencial con su presencia. (Foto: Prensa CBF) 

Matheus Henrique no había sido de la partida ante Perú y esta vez no solo estuvo desde el vamos, sino que le quitó la banda a Bruno Guimarães -quien había sido la gran figura ante la blanquirroja- y reivindicó para sí el rol de armador desde la primera línea del campo. Talentoso e inteligente, manejo de tiempos para el desdoble y un pie derecho con mucha presencia: argumentos de un futbolista potenciado por la Bundesliga que insinúa modernizar a futuro una posición que ha sido siempre neurálgica para el éxito de las grandes selecciones brasileñas.

Kazuki Ito: Firmeza sin penas

El argentino Facundo Tello no tuvo que complicarse demasiado a pesar de tratarse de un clásico sudamericano jugado con intensidad. Sobre la media hora, sancionó de modo rápido y certero el penal que Ignacio de Arruabarrena le cometió a Matheus Cunha con un jalón alevoso. Luego, no debió siquiera apelar a las amarillas salvo por una fuerte falta de Robson Bambu en el segundo tiempo.

Los Goles

Las Fotos

Fotos: Prensa CBF; Prensa AUF


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La ficha del Brasil 3 - Uruguay 1

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